Una oportunidad perdida

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LA GRANOTERA.-Caicedo, Koné y Martins fueron ‘nueves’ de Manolo Salvador (entonces director deportivo del Levante), allá cuando el equipo luchaba por la permanencia, objetivo que no ha variado aunque la exigencia del entorno sí haya cambiado. Cuando Paco López llegó dije que, por quién es y cómo ve el fútbol, por ser granota de cuna y porque es una persona cercana y preparada, él podía ser el técnico del adn granota, el que impregnara un estilo, una manera de jugar y, también, una manera de comportarse de los jugadores desde que entran en la Escuela hasta que llegan al primer equipo. Un día, Manolo, entonces director deportivo y con mando en plaza en el club, me dijo que el Levante tenía que cambiar de estilo, buscar otro fútbol para que su futuro no dependiera de la suerte de un sólo jugador, de un nueve que marque 13 goles una temporada, que esa era una apuesta arriesgada. Y así fue, el riesgo se llevó al equipo a segunda (por otra parte y por desgracia, estado natural del ciclo de vida de un club profesional en España integrado en la clase media).

El rápido ascenso y la llegada de Paco cambió el paradigma. Paco López es un entrenador de escuela (la escuela de entrenadores valencianos), metódico, estudioso y, mientras mantuvo la frescura, su estilo fue agresivo, tomaba decisiones con acierto y celeridad. Cuando con la pandemia llegaron los cinco cambios, fue el mejor entrenador en adaptarse, por aquello de ver bien los partidos. Pero el día a día de un vestuario que ha cambiado poco en los últimos tiempos hace que la lógica del desgaste (en las relaciones entre los profesionales, las dinámicas, todo…) se intoxique. Y, como siempre, sin cambios en la plantilla y en el banquillo, el ambiente (por lógica, no sólo en un equipo de fútbol, sino en cualquier colectivo profesional) se deteriora. Sin ser la causa directa, cuando las cosas van bien, todos estos choques se aparcan. Cuando aparecen las dificultades (malos resultados) todo eso que estaba latente, flota. Nada que nos deba sorprender (a mi, al menos, no), y hay que gestionar. Y a Paco, que otras tantas veces, le salió bien, ésta le ha salido mal.

Final en verano…

El final de la temporada pasada fue un síntoma, del que nadie quiso tomar nota. O, mejor dicho, todos sabían lo que había que hacer y nadie quiso afrontar. Sobre todo, Quico Catalán, el presidente. Cuando Manolo mandaba en plaza, Quico sólo regateaba las condiciones y firmaba. El paraguas de Manolo y los buenos resultados, fueron un remanso de paz. Llegó el descenso y apareció Tito, un técnico de perfil más mediático, cercano y con la etiqueta de Director Deportivo, que tomó decisiones, unas acertadas y otras no tanto. Lo que pasa es que en los aciertos hay puñetazos por su paternidad, y los errores son huérfanos. Con el adiós de Tito (bueno, y antes, porque por ejemplo Quico ya negoció de forma directa el fichaje de Il Pazzo), el presidente puso fin al modelo del éxito: renunció a tener un director deportivo fuerte para tener el control del departamento. Pasó de ser el supervisor que asume las decisiones de sus profesionales, al creador y ejecutor de las mismas, como en su momento ya os conté aquí.

Y eso en el Levante está pasando y pasará porque así lo ha decidido el presidente. Dejémonos de señalar al departamento deportivo, que llegaron más como asesores y escudos, que como profesionales con capacidad última de decisión (no quiere decir que no la puedan tener, sino que no se la dan) . El mercado estival post Tito lo organizó el presidente, mano a mano con Paco López -no había nadie más-, y no presentó al nuevo equipo deportivo hasta bien entrado el verano. Es ese el verdadero día a día del club. Lo que se hace (o no), no depende de quien propone (o le cuentan), sino de la valoración (y no sólo económica) del único que toma cualquier decisión. Es el modelo Florentino o, si lo queréis, el modelo Villarroel, el mismo que decía que él era el mejor secretario técnico y que si él entrenara el equipo hubiera estado muchos años antes en primera.

Quico, con la marcha de Paco y el susto en el cuerpo, tiene y debe volver ahora a la idea original: confiar en un departamento deportivo potente y que trabaje a tope por conseguir los mejores futbolistas de acuerdo a una idea o estrategia global. Necesita un director de fútbol del club, necesita recuperar el adn para que todo el mundo sepa qué hay a que hacer y cómo formar.

Quico, con la marcha de Paco y el susto en el cuerpo, tiene y debe volver ahora a la idea original: confiar en un departamento deportivo potente y que trabaje a tope por conseguir los mejores futbolistas de acuerdo a una idea o estrategia global. Necesita un director de fútbol del club, necesita recuperar el adn para que todo el mundo sepa qué hay a que hacer y cómo formar. Y esto entronca con mi defensa y apuesta absoluta de una política de cantera integral que permita la supervivencia de un club, ahora lastrado por contratos largos que tuvieron origen en un momento en que la inflación llevó a cometer locuras. Las renoventas, las apuestas por contratos caros a jugadores que llegan libres (último, el caso Soldado), todo eso están en la base del adiós de Paco, al que no libero de su responsabilidad, por supuesto, futbolísticamente hablando.

La última rueda de prensa del Levante, la de la presentación de Shkodran Mustafi, fue un claro ejemplo de qué es ahora mismo el club. Durante el acto, habló sólo el presidente, y Manolo y David asistieron a su lado pero en silencio. Cuando Quico inició su rueda de prensa (y a pesar de que se iba a hablar de cuestiones deportivas y de mercado), Manolo y David bajaron del pupitre y se sentaron en el patio de sillas de la sala de prensa. El club escenificó su estructura de gestión deportiva. Y eso ha pasado. El presidente, por ejemplo, era reacio de inicio a la llegada de Roberto Soldado una operación cara y arriesgada, no por falta de calidad del jugador, sino porque el valenciano está ya en el final de su carrera y se desconoce su rendimiento. Y llegó cuando dio el visto bueno (económico y deportivo).

Presidente y entrenador eran consciente que el ciclo empezaba a agotarse. Las dificultades del mercado, los problemas que se generan en cualquier vestuario tras cuatro temporadas y con la misma columna vertebral de la plantilla, el final de temporada sin triunfos y un equipo que se dejó ir y al que Paco no pudo hacer reaccionar, todo eso motivó este estado de final de ciclo. Paco buscó salir en verano, pero a Quico le cuesta mucho tomar esas decisiones. Mantuvo (y lo hizo hasta hace dos semanas), que su continuidad está «absolutamente» asegurada. El miedo del presidente era que Paco se fuera libre y pudiera triunfar en cualquier otro sitio. El mismo miedo que motivó el giro de última hora con Pepelu, cuando apareció el interés del Getafe, y por eso se quedó. Allí tuvo que acabar la obra de Paco, de forma cariñosa, sentida y con un gran acto de despedida. Ahora, sólo tres meses después, el final del bueno de Paco es triste y, una vez más, la puesta en escena de ese adiós, una falta absoluta de elegancia y respeto hacia uno de noi como es Paco L´ópez. Un frío comunicado para un abonado del club que, con sus defectos y virtudes, nos ha dejado en la retina tanto de lo que disfrutar, que duele sólo leerlo para darse cuenta que el Levante ha estado torpe y con poca sensibilidad en su adiós

La controversia por el modelo…

Porque lo quieran o no, los que han defendido que con el equipo que hay se podían haber conseguido mejores resultados, han creado ese caldo de cultivo de oposición a la figura de Paco en el Levante. La racha negativa es incuestionable, y el equipo se ha muerto por donde creció, la falta de gol. Los clubes y los equipos tienen su idiosincrasia. El juego de posesión -mal llamado tiqui-taca- no deja indiferente. O eres admirador o lo odias. Cualquier otra forma de jugar está sujeta a más tolerancia. Y una parte de la afición del Levante no quiere oír hablar de ello, lo que en su momento hablé del miedo granota, escenificado en un no te compliques frente a la teoría de salir con el balón jugado.

Hay que saber qué tipo de jugadores tienes para hacerlo, pero las plantillas de Paco han tenido esa característica y esa habilidad. Con fallos? Evidentemente. Pero, en general, ha dado mucho más alegrías que sustos. Lo que pasa es que los errores hacen más ruido que los aciertos. Y cuando la pelota ha dejado de entrar, el argumento de debilidad ha tomado más cuerpo y más peso. Por eso, casi todos los críticos (no sólo periodistas, sino entrenadores, jugadores, etc.) que han opinado desde fuera del Levante de Paco han hablado de injusticia en la destitución del de Silla. Con más aciertos que errores, Paco ha cumplido con nota su cometido. El exceso de expectativas de una parte de la afición (que tiene todo el derecho a tenerlas, ojo) ha sido el run run que el de Silla siempre ha tenido en su oído. Yo creo que, con el tiempo, recordaremos con nostalgia y reconocimiento la gran obra de Paco en su Levante. Para mi, su destitución es una gran oportunidad perdida para construir algo duradero y no sujeto al día a día de los resultados.

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Oportunidades… de cantera

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Hago una excepción, y desempolvo La Granotera. Y sólo lo hago por una razón: la cantera. Se pueden construir 20 ciudades deportivas, pero si no apuestas, serán ladrillos, no escuelas.

«Si no podemos inscribir a Morales, nos deberíamos ir todos», me dijo una persona del club cuando publiqué en la web de À punt que el Levante iba a tener problemas en inscribir a jugadores nuevos y con contratos renovados. Javier Tebas, el acuerdo CVC de LaLiga y la campana, salvaron (afortunadamente) a Quico Catalán y la DD del espectáculo. Sí, no eran los únicos, pero sí los nuestros, los de aquí. La renuncia de Laporta a Messi pocas horas antes, puso en alerta al resto. No va a haber excepción para nadie. Seguro que a muchos dirigentes de club españoles la camisa no les tocaba la piel ante la posibilidad que el acuerdo de la patronal con CVC no fuera adelante. El fútbol necesita dinero, escucháis de muchos presidentes de club. Desde que tengo uso de razón, ha pasado. Los clubes siempre se gastan más de lo que tienen, sean SAD o clubes. La inflación que vive este mundo del balón es tanto habilidad de los que manejan a los futbolistas como torpeza de los que mueven los hilos de los clubs.

La pandemia agrandó el agujero. Los derechos televisivos se convirtieron en el único ingreso para todos, y el fútbol se privó de la emoción, su razón de ser. Algunos (entre los que me incluyo) pensamos que, por fin, le iba a llegar la oportunidad a la cantera. No había más remedio. En tiempos de crisis, se mira abajo, no como apuesta sino como necesidad. Pero al menos se mira. Y en el caso del Levante, todavía más.

El proyecto de una Ciudad Deportiva en Nazaret hizo pensar que la apuesta iba a ser decidida. Y así fue, decidida pero parece que en el sentido gatopardiano y absolutista del término: que algo cambie (Bunyol por Nazaret) para que todo siga igual. O eso parece porque la cantera (entendida por Escuela) sigue siendo testimonial en un club en el que, por su estructura social y económica, debería ser estratégica, o al menos así lo entiendo yo. Y muchos, algunos de los que me han pedido que escriba sobre este tema.

Pepelu, un rotundo fracaso

«Nos encantaría que Pepe (por Pepelu) se quedara a jugar aquí», dijo Quico Catalán en aquella rueda de prensa que se organizó a toda prisa para salir al paso de las dudas que generaba la situación económica del club. Que, por cierto, es más puntual que estructural, pero aún así preocupante. La frase es del presidente, el máximo responsable de la entidad, el que ha de decidir la política económica, social y deportiva del club, el que ha de decir (si quiere apostar para la cantera como presume): hay 20 fichas del primer equipo, el resto del filial. Y el Paco López de turno (que por cierto no se cansa de pedir máximo 22 fichas cada verano) estará obligado a mirar abajo, Y si, como muchas veces se denuncia desde el propio club eso de que abajo no hay nada -cosa que suena más a excusa que realidad-, será su obligación la de buscar debajo de las piedras para mantener el proyecto y pedir responsabilidades por semejante despilfarro: inversión sin resultados. A mi entender, la única manera de controlar la inflación es evitar tener que pagar a precio de oro por futbolistas de otros lares que, en muchas ocasiones, no ofrecen mejor rendimiento que los nuestros, pero sí generan más plusvalías para los múltiples actores que, con total legitimidad, viven del fútbol. Pero no han de vivir necesariamente de los clubs, sino de los futbolistas.

«El del pasado invierno es el peor mercado que recuerdo en los quince años que llevo en este mundo, y el de este verano no va a ser mejor. Los clubes han perdido más de mil millones de euros por el camino con la pandemia», me aseguraba la principio del verano un representante de futbolistas de la capital. El Levante no podía inscribir a Morales, pero firmaba a Soldado (pagando su cláusula de libertad de medio millón de euros), sin saber tampoco si lo podría inscribir. Se habló de una ‘oportunidad de mercado’ (indiscutible su calidad), que se puede convertir en un nuevo afer Sergio León: contrato largo y ficha altísima. Si funciona, amortizas; si sale mal, una ruina y un colapso en la plantilla y las cuentas de varios años. Pero bueno, el riesgo, es cierto, siempre existe.

El caso Pepelu, un centrocampista de Dénia, de la terreta, internacional sub 21, que ha tenido dos buenos años en Portugal, en primera, y que ha pedido salir ante la absoluta falta de oportunidades, ha indignado al levantinismo. Pero a mí no me viene por sorpresa. Hace años que defiendo -aunque algunos dentro del club me lo nieguen- que en el Levante ni quieren, ni cuidan ni contemplan la cantera como el motor estratégico, ni de presente ni de futuro. Si así fuera, hace tiempo tendríamos al Olabe* de turno, que haga que el entrenador granota de turno tenga a sus órdenes gente de la Escuela (y no confundir escuela con filial, por favor).

El primer fin de semana de la liga, la Real Sociedad tenía unos 40 futbolistas de la casa jugando en categoría profesional, después del ascenso del Sanse a Liga Smartbank. Pero muchos de ellos, también jugaban con el primer equipo en el Camp Nou. Y en el Levante, nos tenemos que conformar con indignarnos por el hecho de que uno de los jugadores de mayor proyección de la escuela no haya tenido un sólo minuto en partido oficial con el primer el equipo. No que forme parte, sino que haya tenido la oportunidad. La comparación es tan insultante, que debería obligar al club a dar una explicación pública de por qué un futbolista al que cedes dos temporadas seguidas con notable rendimiento, pide salir. Ni oportunidad ni cariño.

En el Levante el consenso es difícil, la bunkerización del fútbol actual muy alejado del ciudadano, el hermetismo institucional, el estilo, la ambición, etc, son motivos de disputa y debate entre los granota y también de que cierta parte de la grada sienta cierta desafección, por desilusión. Es curioso que esa unanimidad que no ha generado un equipo que se ha codeado con los grandes, sí la permita un chaval de la escuela al que muchos no han visto nunca jugar, como faro de varias generaciones frustradas de futbolistas que han tenido que emigrar.

Si, como se desprende de algunos sectores, es por falta de calidad, se deberían pedir responsabilidades; si es por falta de atención, se deberían pedir disculpas. A pesar de todo, la última campaña del juvenil de Alesio Licci, puede considerarse un brote verde que ha generado ilusión. Pero este brote puede acabar marchito en la oscuridad del embudo del primer equipo con más de 30 fichas y una incapacidad para liberar espacio porque cada verano se buscan más las oportunidades del mercado que las oportunidades de la cantera.

Y en mis casa siempre me enseñaron que lo que hay que pagar, se tiene que devolver. Lo que inviertes (en cantera), queda para siempre y, con un poco de suerte, genera dividendos. Quico: cumple tu sueño y ponle remedio. Haz que «Pepe triunfe aquí». Y si no es Pepe, haz que ningún Pepelu más se vaya con la impotencia de no haber tenido ni una sola oportunidad.

De nada.

*Roberto Olabe es director deportivo de la Real Sociedad
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Mira que si juguem la final…!!!

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Recuerdo, de pequeño, ir de Massamagrell a Valencia en el trenet (en el viejo camarote verde o el azul, más moderno), pasar per l‘Horta d’ Alboraia camino del Conservatorio de Música. Sí, la música, como ese A tu lado que toma emoción en cada calentamiento granota en cada partido de la Bombonera d’Orriols. Ese A tu lado canturreado desde la grada por la gent granota, que será la ausencia más dolorosa en este día tan señalado para el levantiminismo. Ieee tu, que podem jugar una final!, es pesiguen la cara molts granotes encara.

En el trayecto, me conocía todos los campos de fútbol, de Meliana, de Foios, de Albalat. Niños en las escuelas jugando al fútbol, y yo ahí, encerrado en ese trenet, algo que en aquél momento ni me iba ni me venía: la música, con mi pésimo oído para sacar nada que no fuera mínimamente reconocible. Evidentemente, la música (la banda) me dio muchas cosas, pero me impidió, como niño y de niño, cumplir con una parte de mi sueño: ir a entrenar, jugar a fútbol aunque fuera mal. Era, más que mi sueño, mi obsesión.

Los campos de tierra del viejo cauce del Turia eran otra razón para embobarme en ese insípido trayecto. Así, dos tardes a la semana. Y así descubrí el Nou Estadi, aislado de la civilización, con tierra fértil a su alrededor. Cada viaje esperaba llegar al viejo apeadero de Palmaret, para poder ver aquel campo, el que más me impresionó desde las ventanas de ese tren que me llevaba adonde no quería ir o, más bien, adonde no me apetecía ir. Quería jugar, quería jugar a fútbol con mis amigos. Pero me tenía que conformar con ver, dos veces por semana, aquella mole inmensa en medio de la nada.

Vista àrea de l’antic Nou Estadi envoltat de camps. Foto Museu del Levant UE

¿Y quién juega ahí, me preguntaba? Hasta que averigüé que era el Levante, el otro equipo de la ciudad, que vestía en azul y grana, los mismos colores que, con la camiseta del 6 de Johan Neeskens (la única que tuve de pequeño y que me ha acompañado en mi memoria toda mi vida) me llevaron a esta increible sinrazón que es el fútbol, y del que, aunque ya no es lo mismo, sigo enganchado. Ese Nou Estadi (que, por cierto, se inauguró días después de que yo naciera, el mismo mes (septiembre) y el mismo año (1969) fue mi primera experiencia en granota.

No soy de grandes alardes emocionales en lo futbolístico. Más bien al contrario, comedido. Tengo pocas fotos con camisetas, pero me encanta aquella afición que hace de ponerse los colores de su club una religión. El Levante me atrapó desde aquel trenet, y desde la familiaridad y sencillez que se desprende nada más acercarte a él, en mi caso por trabajo. Al Levante se le aprende a querer rápido. Es, como un flechazo. Primero porque todo es fácil y familiar, y segundo porque ese vértigo de vivir siempre al borde del precipicio y de la mano de la adversidad, conmueve. Al principio es como un sentimiento solidario. Después, simplemente, te atrapa. El granotismo es casi como una consecuencia natural de acercarse al club. Quien lo hace, lo estima, vengas de donde vengas. De Caszely a Domínguez, pasando por nuestro Comandante José Luis Morales, Koné, Juanlu, Jefferson Lerma o Keylor Navas. Todos viven esto con intensidad.

Hoy, en esa semifinal vaciada del Templo como acostumbra a decir el bueno de Carlos Ayats, me pondría la camiseta del Levante y me iría al campo, a disfrutar, a saltar, a cantar, pero sobre toto a animar. Al levantinismo le hacía falta una cosa así, algo no sólo por lo que ilusionarse, sino por fardar como diría mi gran amigo Emilio Nadal. Por pasear con orgullo su sentimiento a los colores (blau i grana, pero también blanc i negre) por la ciudad, por dejar de sentir envidia sana por otros modestos que ya lo vivieron. La semifinal con el Athlètic ha unido a todas las generaciones de granotas, los críticos, los jóvenes (que han vivido la etapa de éxitos) y los más mayores, todavía magullados por el yunque de la adversidad, aquello que el más grande de los contadores de historias levantinistas, Paco Gandía, definió como parte del adngranota, el mismo que se inventó aquello de Catxeli, per a referir-se a Carlos Cazely, el chileno, mucho más ortodoxo de pronunciar desde l’apitxat. Hoy, Paco estaría orgulloso de su Levante, de un estadio convertido en la casa de los sueños, de una ciudad en la que ser granota ha dejado de ser una anécdota, aunque sea el sentimiento menos mayoritario.

Esta Granotera ha hablado en este tiempo, fundamentalmente, de fútbol. Y se cansó del fútbol y de sus debates tan estériles como necesarios: el fútbol es motivo de tertulia, de pique, de bronca, eso también es el fútbol. Pero a veces, me agota. Hoy, vuelve a escena de forma excepcional, para hablar de emoción y de sentimientos. Pase lo que pase esta noche en la Bombonera d’Orriols, engalanada con sus nuevas luces, con pantallas de caras de aficionados en las gradas, con el ánimo encogido de la mayoría en sus casas, y el silencio en el que los gritos de los futbolistas, los entrenadores, los utilleros toman protagonismo… Pase lo que pase, quiero acordarme de aquel niño de 10 años que secuestrado en aquel trenet, se acercó a aquel campo, a aquel club, a aquel equipo, el Levante, para ahora verse en estas de decir: Ieee tú, mira que si juguem la final de la Copa del Rei!!!! Pues eso, a ver si este Levante moderno, que nada tiene que ver con aquél que yo veía desde aquella ventanilla del trenet pero que no se explicaría sin aquel que yo sentí, puede asaltar La Cartuja de Sevilla y hacer que eso de Soñando Lo Imposible sea, unas semanas más, una oración de culto para todo el levantinismo.

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Bardhi no es suficiente

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Enis Bardhi llegó al Levante de media punta. En su primera pretemporada, destacó por su disparo, con potencia, colocación. Efectivo, muy efectivo. Llegó a codearse con Leo Messi en efectividad, y despareció. Llegó Paco López y no contó de inicio con él. Quería que mejorara su juego defensivo, que ayudara al equipo. Era el momento de luchar por la salvación. Y Enis se puso a currar. Volvió en San Mamés. Jugó de interior, y marcó dos goles de falta. Incluso lo ha explicado. Debía mejorar su juego sin balón. La siguiente se consagró y, desde la izquierda, no tuvo oposición. A pierna cambiada buscando su potente disparo, y con el recuerdo de la media punta, incorporándose desde atrás, como en aquél golazo de Girona. Y la temporada que empezó con público y acabó paralizada y a puerta vacía se consagró. Este año no había empezado muy potable. O al menos, no de forma regular. En Granada volvió. Esperemos que para quedarse.

Dominio sin efectividadad

En el Nuevo Los Cármenes, sin José Campaña, ha hecho su 10 más grande. Completísimo. Parece como, sin el andaluz, su luz es más potente. Lo parece y lo fué. Control de un balón con nieve y remate a la media vuelta. Media docena de acciones con tiro o acción de pase interior. Y la asistencia en el gol de Rubén Vezo. Desde la izquierda, con flexibilidad como le gusta a Paco López. Lo he hablado alguna vez con gente de su entorno y que le conoce bien. Le falta la pausa y la regularidad. Cuando la encuentre, volará. Y no tendrá nada que ver con José Campaña. Su caché es superior. Ese valor nace del gol, de su capacidad para llegar y marcar.

Una parte del levantinismo está de uñas con el adn que le ha dado Paco López al equipo. Es cierto que ese fútbol genera debilidad defensiva y hartazgo ofensivo, si el final de todo es el pase y el equipo no genera peligro. En Granada no ha sido así. Tanto con igualdad como con superioridad numérica, el Levante fue a por el Granada. Lo sabía cansado. Y sabe también que defenderse no es su estado natural. El juego de posesión requiere mucha calidad y mucha concentración. Y ni así, a veces, superas a un rival que tira de físico. Y el Levante, cuando no supera al contrario con el balón, se banaliza. Y lo hace demasiadas veces esta temporada. La ausencia de Borja Mayoral le ha restado brillo y oxígeno. Dani Gómez tiene buena pinta. Y Sergio León es uno de esos casos de talento desperdiciado.

Hace días que escribí que Nunca tanto dio tan poco, receta válida para el partido en Los Cármenes, sin duda. Aunque el Granada estaba cansado por su aventura europea y se quedó con diez muy pronto, el Levante arrinconó a su rival todo el partido. Machís aprovechó una contra y el desequilibrio estructural de un equipo que su entrenador quiere que sea así. Y vuelta a ir a cuesta arriba, lo que provoca que su fútbol y su clasificación no casen. Hay que hacérselo ver.

FICHA: Granada CF, 1 – Levante UD, 1 (Machís/Rubén Vezo) Gonalons fue expulsado en el minuto 16. Segundo empate consecutivo a un gol.
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És el millor Llevant de Paco López?

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El futbol no enganya. I este futbol post-Covid, menys. Els comentaris, gestos i expressions retronen en les transmissions. A mi em recorda als meus partits de menut (pocs perquè vaig jugar poc a futbol) en un dels equips del poble (l’Arrabal, club de barri que ja no existeix). Camps buits. Senties a l’entrenador, una circumstància que acabava per descentrar-te, per afectar-te. L’errada es paga. I més, de menuts. És el futbol que ens ha tocat viure ara, una experiència única.

Alguns diuen que açò no és futbol, que sense afició, no hi ha caliu. I és cert. Però jo li pegaria la volta. Açò és el futbol, el de debò, el real. L’altre, el que coneguem, el que vivim als estadis, és l’espectacle del futbol, el que depén no només del joc, sino també de les emocions i dels sentiments. L’esport que permet reduïr l’escletxa real entre dos equips de qualitats diferents. Però el futbol real és éste, no aquell. Tot i que estic amb la majoria, el que tirem de menys els aficionats és el futbol dels estadis. I els jugadors, segur que també.

Hi ha una tendència a satanitzar l’anomenat futbol modern, l’afectat per la tecnologia (per eixemple el VAR), una resistència habitual en la societat i que està englobada en les anomenades tanques tecnològiques. Éstes, són molt més radicals en el planeta futbol, conservador per natura.

Bon Llevant contra la Reial

I dic això, perquè en este nou futbol que el coronavirus ens està obligant a consumir, els paràmetres emocionals s’han reduït, i en el nostre cas, la solvència de l’equip de Paco López ha augmentat, ha sigut positiva, molt positiva diria jo. En concret, l’últim Llevant contra la Reial Societat ha sigut l’equip que, enguany, més s’ha semblat al futbol que a mi més m’agrada. La barreja, la diversitat tàctica, la pilota, la dividida i la pròpia, la que fas servir de bota a bota. Sempre li havia demanat un Plà B a Paco per tal de desembossar els partits tancats, o plantejar un partit inesperat als rivals, més enllà del dibuix tàctic numèric que tant ens agrada als aficionats, i que provoca cert rebuig en els tècnics, als quals desagrada eixa simplificació, necessària gràficament però insignificant en la pràctica, solen dir.

El Llevant UE post Covid19 és (més) solvent: una sola derrota (Atlètic), dos victòries (Espanyol i Betis), i quatre empats (València, Sevilla, Valladolid i Reial Societat). Un únic partit amb la porteria a zero, 10 gols a favor i 7 en contra. El Llevant post-Covid19 estaria a un punt d’Europa, . Amb (*) equips que han jugat un partit més, La última columna és la diferència de gols a favor i en contra.

Els equips, però, solen ser el que volen les aficions. A cada afició li agrada, de forma genèrica, un estil, sempre relacionat amb l’aposta que més èxits els ha donat. A Orriols, el model JIM, liderat per Juanfran i Ballesteros té molts defensors. Lògic. A la vorera del Mestalla, agrada l’estil bronco i copero, el de les carreres, la velocitat. Una ocasió, un gol, una victòria…. El recentment desaparegut Radomir Antic fou destituït pel Reial Madrid quan anava líder, igualment que fa poc passà amb Ernesto Valverde. A Can Barça, l’estil, el toc, el cruyffisme és sagrat. L’Atlètic de Madrid viu de l’herència de Luis Aragonés, el València, de Benítez, Cúper o Ranieri. El Llevant? Contem amb Luis García, JIM, i la barreja que, per a mi, suposa la proposta de Paco López. Crec que, a poc a poc, coneguem més a què vol jugar, en l’any que el de Silla ha tingut una participació més directa i única en la confecció de la plantilla, coincidint amb l’eixida de Tito.

La gestió de la pròxima plantilla marcarà el futur. Igual que afectà la marxa de Jefferson Lerma, podria ser decisiva la possible venda de José Campaña, el jugador referència de Paco. L’aportació de l’Escola i el planter en el primer equip, també serà un punt a vigilar en la gestió del club en general i del tècnic en particular. Vorem què ens ofereix l’estiu. Però la classificació d’este final de lliga, ens pot i ens deuria marcar els pròxims objectius, sempre sent conscients que el principal d’ells és allargar al màxim la permanència en l’elit.

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Melero acerca el objetivo

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Gonzalo Melero, de penalti y en el último minuto salva un punto en Mestalla. Los goles, agónicos, al final, en un partido sin ritmo. Empate justo, por la campana. Poco fútbol. El Levante sigue plano. Un paso más para lograr el objetivo.

A Paco López no le ha afectado el confinamiento. Planteamiento marca de la casa del de Silla. Se le puede decir muchas cosas, pero por coherencia no será. Juntar a Rochina y Campaña está en su ideario. El del Puerto de Sagunto, dos impactos, sin ocasión clara. Pero viendo portería. A pierna cambiada. Es su mejor versión. Pero el ritmo del andaluz y el valenciano son diesel, y desprenden un ritmo cansino. El mismo que el Barça, pero sin Messi. Y claro. Todo muy reconocible, pero los partidos, además de dignos, han de dejarnos sensación de veneno. Y el Levante no lo tiene. Eso es seguro. Por eso su escaso bagaje en casa. Eso sí, el equipo responde cuando le pegan. Cualquiera que recibe un gol en el 88 se hunde. El Levante se fue a por el empate, y con uno menos. Y eso tiene su mérito, sin duda.

En tres cuartos de campo, el Levante es un buen equipo. Padece en las dos áreas. Le cuesta sacarse el peligro, y crearlo. Porque su ritmo es ese. En otro tiempo, Morales, por velocidad, rompía la monotonía. Y, aunque lo intenta, su confianza no es la misma. Roger es la otra arma. Tiene veneno pero es rematador, no se busca la vida. Si no tiene ocasión de hacer diana, se pierde. Aún así, es chico listo. Su aportación en Mestalla, como siempre, interesante.

La primera parte no ofreció nada. Carlos Soler encontró en Aitor el muro para no marcar, en la ocasión más clara del partido. El Levante tuvo una contra (cuatro contra dos) que mostró la falta de confianza de Morales. Apostó por Clerc, el de menor argumentos ofensivos. Y la ocasión se esfumó. Y poco más. A los puntos, el Valencia fue mejor. Pero no se notó. Los de Celades no están para tirar cohetes, con defectos similares a los del Levante. Cuando fue más agresivo, el Valencia creó problemas. Pero es cierto que, si al Levante lo dejas jugar, en cualquiera te la puede liar. En casa, con su gente, suele tener fogonazos que le han dado victorias.

Bardhi, la ocasión

Lo de los cinco cambios va a ser interesante. Da opciones a los técnicos, y ennoblece el trabajo de entrenador. Puedes jugar con lo táctico, lo físico o lo técnico en función del partido. La entrada de Melero metió una marcha más en el centro del campo. Mayoral está reñido con el gol, pero su participación mejora al resto, eso es indudable. El Levante empezó a jugar con la necesidad del Valencia, más lanzado, con todo: Ferran, Guedes, Rodrigo y Gameiro. Sin noticias ofensivas. En un despiste local, Bardhi se encontró sólo en el área, buscó asistir y se olvidó de ver portería. Todo se quedó en nada. Ofensivamente, el Levante no estuvo. Se le esperó, pero no llegó.

Roger, roja

Nada más hacer el segundo turno de doble cambio (Toño y Radoja por Vukcevic y Bardhi ), llegó la expulsión de Roger por entrada a Guillamón. Las dos tarjetas no hacen una roja. Pero la segunda es tan justa como innecesaria, dejando al equipo mermado. El cambio por problemas físicos de Campaña, un inconveniente más. De los centrocampistas titulares, ni uno, todos cambiados. Prueba de que para Paco el mediocampo es su linea estratégica.

Imagen

El conformismo se suele pagar. El Levante fue poco atrevido y ambicioso, y la pudo pagar en el momento definitivo. Guillamón sacó uno de sus mejores talentos para ceder a Gayà y su centro marca de la casa, lo remató Rodrigo ganándole por una bota a Vezo, en su único despiste. El portugués obligó a errar a Diakhaby en la jugada definitiva. Tras consulta con la sala VOR, se señaló penalty, que Melero transformó.

Destacar:

Vezo-Postigo

No es una errata. Si en otras ocasiones, los centrales ofrecieron inseguridad, en Mestalla fueron un muro. Hasta el gol de Rodrigo, que se adelantó a Vezo en un centro de Gayà. El resto, casi insuperable.

Roger

Reconozco que es una debilidad. No tuvo ocasiones, pero sus movimientos son de ‘9’. La expulsión un punto negro. Y además no podrá jugar contra el Sevilla. Mayoral es y debe ser titular. Su aportación al grupo es brutal. Lástima que no tenga pólvora.

Campaña

Parece que no está, pero siempre aparece. Es el termómetro, para lo bueno y para lo malo. De sus botas, siempre puede salir algo. Sigue sin tener ascendencia sobre las jugadas a balón parado. Las saca casi todas, y pocas tienen chicha.

Alineación

Aitor; Miramón, Sergio Postigo, Rubén Vezo, Carlos Clerc; Vukcevic, Campaña, Rochina, Bardhi; Morales y Roger.

Los cambios

Mayoral por Morales

Gonzalo Melero, por Rochina

Radoja, por Vukcevic

Toño, por Bardhi

Pablo Martínez, por Campaña

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De nou el futbol, torna el Llevant

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LA GRANOTERA


Menys de 24 hores per a la represa de La Lliga. Al Mestalla, on mai no has guanyat. En una situació inèdita. La capacitat de sorpresa és pròpia de l’època en què ens està tocant viure. Torna el futbol. Se viene La Granotera. Benvinguts.

Als 11minuts, Roger Martí feu l’últim gol del Llevant fins a demà. Va ser a Orriols, contra el Granada (1-1). Era el moltparlat 8 de març, el dia en què tot sembla que va començar a trontollar, amb el coronavirus cirulant amb força pels nostres carrers… Tres mesos després, torna la lliga. I de quina manera. D’un derbi amb sabor i olor a Falles, a un derbi amb Mestalla buit, sense sorolls, ni pòlvora. Un derbi de mascareta o en els sons seran els dels jugadors. Quin canvi. Per cert, que un enorme i farcit de complicitat i potència el cartell el que han elegit els clubs per promocionar la tornada a la competició. Un cartell que es quedarà en la nostra memòria col·lectiva i futbolera per sempre. L’excepcionalitat de la situació, ho mereix. Força.

Un derbi para levantar Valencia
La sensibilitat de Jorge Lawerta, autor del cartell del derbi. Enorme

Sospite que no vorem un gran futbol. Sospite també que ens anem a trobat estranys i rars, sense molta ànima, amb camps buits. Però hi ha ganes. I els futbolistes van a haver de lluitar contra tres elements: els rivals, la seua condició física i l’absència de públic, un element encoratjós que augmenta el seu rendiment, tant si els hi ve de cara com si els rep en contra. Hi ha qui es motiva quan tot el món el xiula. En eixe context, em preocupa la fragilitat mental d’este equip, incapaç de rendir a domicili i que ha demostrat (són dades) que es protegeix amb la seua gent. Més be, s’exigeix més quan juga un casa, com una mena d’exercici de justícia. Ells venen, nosaltres guanyem. Tres partits ha guanyat fora i no n’ha empatat cap, el quint pitjor equip a domicili. I estic d’acord amb algunes opinions que s’han sentit esta temporada: a l’equip li falta una miqueta de caràcter, entés com mala llet. Però, també es de veres que amb els grans ho ha fet be (victòria al Barça o a Anoeta contra la Reial Societat, per eixemple)

Llevant, jutge o víctima

És este argument al qual podem agafar-nos. Perquè el Llevant te pinta que va a ser un dels jutges del campionat. Esperem que siga així, i no víctima, de la lluita per la Champions i Europa. Rep el Sevilla, la Reial Societat, l’Atlètic del Cholo Simeone, i el Getafe de Pepe Bolrdalás en l’última i estiuenca última jornada. A domicili, visita Mestalla. La resta, rivals més directes (Espanyol, Mallorca, Celta i Valladolid). O siga, una oportunitat per fer-se fort d’una volta fora, i tractar d’emprar la seua nova casa de La Nucia per a enlairar-se cap a la tranquil·litat.


«És este argument al qual podem agafar-nos. Perquè el Llevant te pinta que va a ser un dels jutges del campionat. Esperem que siga així, i no víctima, de la lluita per la Champions i Europa»


Ni optimista ni pessimista. Simplement, és una lliga nova, rara, inèdita. Res a vore amb el que hem vist. I este és un dels atractius de la nova lliga de Tebas. Sí que hi ha un element a tindre en compte per al derbi: ni València ni Llevant han defensat be esta temporada. Els dos encaixen i els dos han tingut problemes d’efectius en la defensa. El Llevant recupera Rober Pier. El València tirarà de Mouctar Diakhaby o d’Hugo Guillamón. Sense públic, serà un partit obert. L’ocasió és la de fer història: guanyar el primer derbi a Mestalla i guanar el derbi a porta buida. Quasi res.

Jugar o no jugar…

Es preguntareu si pense que, tal volta, no havia de reprendre’s amb esta situació de pandèmia. Jo, en general, sí hi sóc partidari. La desescalada no respon a criteris exclussivament sanitaris (sí ho serien, en situació de colapse sanitari o contagi massiu), sinó globals. El futbol, més enllà de l’esport, el sentiment dels aficionats, tot el que l’envolta, és sinònim de normalitat. Per això, tot este rebombori a Europa. L’equipare al Tour de França, que es disputarà i no així la Ligue 1. Es busca el colp anìmic de normalitat en la població.

Molt del que es diu o es fa, a hores d’ara, respon a criteris més educacionals que sanitaris. En tot cas, es podria haver tancat la lliga, haver donat temps per a la pròxima i arreglar el pati. Però, problablement, el mal econòmic per alguns haguera sigut irreparable. Similar a la restauració. No és recomanable obrir (per contagis). Però o obris amb messures o tanques per a sempre. I és difícil A priori, sembla que l’impacte sobre la pandèmia no és molt important (la Bundesliga n’és un exemple). El necessari equil·libri entre economia i salut juga en favor dels clubs.


TORNA LA GRANOTERA

Imatge web del Levante UD

La Granotera torna, ara des del meu nou blog De Perfil, i vos he de dir que intentaré parlar de temes d’interés granota , però sobre tot, intentaré fer eixes cròniques dels partits, una visió personal amb un talant crític però constructiu. Unes cròniques de La Granotera que vaig començar a escriure en el meu benvolgut Official Press. Amb la llibertat d’utilitzar tant el valencià com el castellà, sense cap intenció més enllà d’expressar-me en totes dues d’una manera habitual. Espere que siga un punt més de debat per als granota, i espere també que prompte podem gaudir d’un any menys del nostre Llevant en primera.

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