Una oportunidad perdida

0 0
Read Time:8 Minute, 9 Second

LA GRANOTERA.-Caicedo, Koné y Martins fueron ‘nueves’ de Manolo Salvador (entonces director deportivo del Levante), allá cuando el equipo luchaba por la permanencia, objetivo que no ha variado aunque la exigencia del entorno sí haya cambiado. Cuando Paco López llegó dije que, por quién es y cómo ve el fútbol, por ser granota de cuna y porque es una persona cercana y preparada, él podía ser el técnico del adn granota, el que impregnara un estilo, una manera de jugar y, también, una manera de comportarse de los jugadores desde que entran en la Escuela hasta que llegan al primer equipo. Un día, Manolo, entonces director deportivo y con mando en plaza en el club, me dijo que el Levante tenía que cambiar de estilo, buscar otro fútbol para que su futuro no dependiera de la suerte de un sólo jugador, de un nueve que marque 13 goles una temporada, que esa era una apuesta arriesgada. Y así fue, el riesgo se llevó al equipo a segunda (por otra parte y por desgracia, estado natural del ciclo de vida de un club profesional en España integrado en la clase media).

El rápido ascenso y la llegada de Paco cambió el paradigma. Paco López es un entrenador de escuela (la escuela de entrenadores valencianos), metódico, estudioso y, mientras mantuvo la frescura, su estilo fue agresivo, tomaba decisiones con acierto y celeridad. Cuando con la pandemia llegaron los cinco cambios, fue el mejor entrenador en adaptarse, por aquello de ver bien los partidos. Pero el día a día de un vestuario que ha cambiado poco en los últimos tiempos hace que la lógica del desgaste (en las relaciones entre los profesionales, las dinámicas, todo…) se intoxique. Y, como siempre, sin cambios en la plantilla y en el banquillo, el ambiente (por lógica, no sólo en un equipo de fútbol, sino en cualquier colectivo profesional) se deteriora. Sin ser la causa directa, cuando las cosas van bien, todos estos choques se aparcan. Cuando aparecen las dificultades (malos resultados) todo eso que estaba latente, flota. Nada que nos deba sorprender (a mi, al menos, no), y hay que gestionar. Y a Paco, que otras tantas veces, le salió bien, ésta le ha salido mal.

Final en verano…

El final de la temporada pasada fue un síntoma, del que nadie quiso tomar nota. O, mejor dicho, todos sabían lo que había que hacer y nadie quiso afrontar. Sobre todo, Quico Catalán, el presidente. Cuando Manolo mandaba en plaza, Quico sólo regateaba las condiciones y firmaba. El paraguas de Manolo y los buenos resultados, fueron un remanso de paz. Llegó el descenso y apareció Tito, un técnico de perfil más mediático, cercano y con la etiqueta de Director Deportivo, que tomó decisiones, unas acertadas y otras no tanto. Lo que pasa es que en los aciertos hay puñetazos por su paternidad, y los errores son huérfanos. Con el adiós de Tito (bueno, y antes, porque por ejemplo Quico ya negoció de forma directa el fichaje de Il Pazzo), el presidente puso fin al modelo del éxito: renunció a tener un director deportivo fuerte para tener el control del departamento. Pasó de ser el supervisor que asume las decisiones de sus profesionales, al creador y ejecutor de las mismas, como en su momento ya os conté aquí.

Y eso en el Levante está pasando y pasará porque así lo ha decidido el presidente. Dejémonos de señalar al departamento deportivo, que llegaron más como asesores y escudos, que como profesionales con capacidad última de decisión (no quiere decir que no la puedan tener, sino que no se la dan) . El mercado estival post Tito lo organizó el presidente, mano a mano con Paco López -no había nadie más-, y no presentó al nuevo equipo deportivo hasta bien entrado el verano. Es ese el verdadero día a día del club. Lo que se hace (o no), no depende de quien propone (o le cuentan), sino de la valoración (y no sólo económica) del único que toma cualquier decisión. Es el modelo Florentino o, si lo queréis, el modelo Villarroel, el mismo que decía que él era el mejor secretario técnico y que si él entrenara el equipo hubiera estado muchos años antes en primera.

Quico, con la marcha de Paco y el susto en el cuerpo, tiene y debe volver ahora a la idea original: confiar en un departamento deportivo potente y que trabaje a tope por conseguir los mejores futbolistas de acuerdo a una idea o estrategia global. Necesita un director de fútbol del club, necesita recuperar el adn para que todo el mundo sepa qué hay a que hacer y cómo formar.

Quico, con la marcha de Paco y el susto en el cuerpo, tiene y debe volver ahora a la idea original: confiar en un departamento deportivo potente y que trabaje a tope por conseguir los mejores futbolistas de acuerdo a una idea o estrategia global. Necesita un director de fútbol del club, necesita recuperar el adn para que todo el mundo sepa qué hay a que hacer y cómo formar. Y esto entronca con mi defensa y apuesta absoluta de una política de cantera integral que permita la supervivencia de un club, ahora lastrado por contratos largos que tuvieron origen en un momento en que la inflación llevó a cometer locuras. Las renoventas, las apuestas por contratos caros a jugadores que llegan libres (último, el caso Soldado), todo eso están en la base del adiós de Paco, al que no libero de su responsabilidad, por supuesto, futbolísticamente hablando.

La última rueda de prensa del Levante, la de la presentación de Shkodran Mustafi, fue un claro ejemplo de qué es ahora mismo el club. Durante el acto, habló sólo el presidente, y Manolo y David asistieron a su lado pero en silencio. Cuando Quico inició su rueda de prensa (y a pesar de que se iba a hablar de cuestiones deportivas y de mercado), Manolo y David bajaron del pupitre y se sentaron en el patio de sillas de la sala de prensa. El club escenificó su estructura de gestión deportiva. Y eso ha pasado. El presidente, por ejemplo, era reacio de inicio a la llegada de Roberto Soldado una operación cara y arriesgada, no por falta de calidad del jugador, sino porque el valenciano está ya en el final de su carrera y se desconoce su rendimiento. Y llegó cuando dio el visto bueno (económico y deportivo).

Presidente y entrenador eran consciente que el ciclo empezaba a agotarse. Las dificultades del mercado, los problemas que se generan en cualquier vestuario tras cuatro temporadas y con la misma columna vertebral de la plantilla, el final de temporada sin triunfos y un equipo que se dejó ir y al que Paco no pudo hacer reaccionar, todo eso motivó este estado de final de ciclo. Paco buscó salir en verano, pero a Quico le cuesta mucho tomar esas decisiones. Mantuvo (y lo hizo hasta hace dos semanas), que su continuidad está «absolutamente» asegurada. El miedo del presidente era que Paco se fuera libre y pudiera triunfar en cualquier otro sitio. El mismo miedo que motivó el giro de última hora con Pepelu, cuando apareció el interés del Getafe, y por eso se quedó. Allí tuvo que acabar la obra de Paco, de forma cariñosa, sentida y con un gran acto de despedida. Ahora, sólo tres meses después, el final del bueno de Paco es triste y, una vez más, la puesta en escena de ese adiós, una falta absoluta de elegancia y respeto hacia uno de noi como es Paco L´ópez. Un frío comunicado para un abonado del club que, con sus defectos y virtudes, nos ha dejado en la retina tanto de lo que disfrutar, que duele sólo leerlo para darse cuenta que el Levante ha estado torpe y con poca sensibilidad en su adiós

La controversia por el modelo…

Porque lo quieran o no, los que han defendido que con el equipo que hay se podían haber conseguido mejores resultados, han creado ese caldo de cultivo de oposición a la figura de Paco en el Levante. La racha negativa es incuestionable, y el equipo se ha muerto por donde creció, la falta de gol. Los clubes y los equipos tienen su idiosincrasia. El juego de posesión -mal llamado tiqui-taca- no deja indiferente. O eres admirador o lo odias. Cualquier otra forma de jugar está sujeta a más tolerancia. Y una parte de la afición del Levante no quiere oír hablar de ello, lo que en su momento hablé del miedo granota, escenificado en un no te compliques frente a la teoría de salir con el balón jugado.

Hay que saber qué tipo de jugadores tienes para hacerlo, pero las plantillas de Paco han tenido esa característica y esa habilidad. Con fallos? Evidentemente. Pero, en general, ha dado mucho más alegrías que sustos. Lo que pasa es que los errores hacen más ruido que los aciertos. Y cuando la pelota ha dejado de entrar, el argumento de debilidad ha tomado más cuerpo y más peso. Por eso, casi todos los críticos (no sólo periodistas, sino entrenadores, jugadores, etc.) que han opinado desde fuera del Levante de Paco han hablado de injusticia en la destitución del de Silla. Con más aciertos que errores, Paco ha cumplido con nota su cometido. El exceso de expectativas de una parte de la afición (que tiene todo el derecho a tenerlas, ojo) ha sido el run run que el de Silla siempre ha tenido en su oído. Yo creo que, con el tiempo, recordaremos con nostalgia y reconocimiento la gran obra de Paco en su Levante. Para mi, su destitución es una gran oportunidad perdida para construir algo duradero y no sujeto al día a día de los resultados.

Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

Oportunidades… de cantera

0 0
Read Time:6 Minute, 20 Second

Hago una excepción, y desempolvo La Granotera. Y sólo lo hago por una razón: la cantera. Se pueden construir 20 ciudades deportivas, pero si no apuestas, serán ladrillos, no escuelas.

«Si no podemos inscribir a Morales, nos deberíamos ir todos», me dijo una persona del club cuando publiqué en la web de À punt que el Levante iba a tener problemas en inscribir a jugadores nuevos y con contratos renovados. Javier Tebas, el acuerdo CVC de LaLiga y la campana, salvaron (afortunadamente) a Quico Catalán y la DD del espectáculo. Sí, no eran los únicos, pero sí los nuestros, los de aquí. La renuncia de Laporta a Messi pocas horas antes, puso en alerta al resto. No va a haber excepción para nadie. Seguro que a muchos dirigentes de club españoles la camisa no les tocaba la piel ante la posibilidad que el acuerdo de la patronal con CVC no fuera adelante. El fútbol necesita dinero, escucháis de muchos presidentes de club. Desde que tengo uso de razón, ha pasado. Los clubes siempre se gastan más de lo que tienen, sean SAD o clubes. La inflación que vive este mundo del balón es tanto habilidad de los que manejan a los futbolistas como torpeza de los que mueven los hilos de los clubs.

La pandemia agrandó el agujero. Los derechos televisivos se convirtieron en el único ingreso para todos, y el fútbol se privó de la emoción, su razón de ser. Algunos (entre los que me incluyo) pensamos que, por fin, le iba a llegar la oportunidad a la cantera. No había más remedio. En tiempos de crisis, se mira abajo, no como apuesta sino como necesidad. Pero al menos se mira. Y en el caso del Levante, todavía más.

El proyecto de una Ciudad Deportiva en Nazaret hizo pensar que la apuesta iba a ser decidida. Y así fue, decidida pero parece que en el sentido gatopardiano y absolutista del término: que algo cambie (Bunyol por Nazaret) para que todo siga igual. O eso parece porque la cantera (entendida por Escuela) sigue siendo testimonial en un club en el que, por su estructura social y económica, debería ser estratégica, o al menos así lo entiendo yo. Y muchos, algunos de los que me han pedido que escriba sobre este tema.

Pepelu, un rotundo fracaso

«Nos encantaría que Pepe (por Pepelu) se quedara a jugar aquí», dijo Quico Catalán en aquella rueda de prensa que se organizó a toda prisa para salir al paso de las dudas que generaba la situación económica del club. Que, por cierto, es más puntual que estructural, pero aún así preocupante. La frase es del presidente, el máximo responsable de la entidad, el que ha de decidir la política económica, social y deportiva del club, el que ha de decir (si quiere apostar para la cantera como presume): hay 20 fichas del primer equipo, el resto del filial. Y el Paco López de turno (que por cierto no se cansa de pedir máximo 22 fichas cada verano) estará obligado a mirar abajo, Y si, como muchas veces se denuncia desde el propio club eso de que abajo no hay nada -cosa que suena más a excusa que realidad-, será su obligación la de buscar debajo de las piedras para mantener el proyecto y pedir responsabilidades por semejante despilfarro: inversión sin resultados. A mi entender, la única manera de controlar la inflación es evitar tener que pagar a precio de oro por futbolistas de otros lares que, en muchas ocasiones, no ofrecen mejor rendimiento que los nuestros, pero sí generan más plusvalías para los múltiples actores que, con total legitimidad, viven del fútbol. Pero no han de vivir necesariamente de los clubs, sino de los futbolistas.

«El del pasado invierno es el peor mercado que recuerdo en los quince años que llevo en este mundo, y el de este verano no va a ser mejor. Los clubes han perdido más de mil millones de euros por el camino con la pandemia», me aseguraba la principio del verano un representante de futbolistas de la capital. El Levante no podía inscribir a Morales, pero firmaba a Soldado (pagando su cláusula de libertad de medio millón de euros), sin saber tampoco si lo podría inscribir. Se habló de una ‘oportunidad de mercado’ (indiscutible su calidad), que se puede convertir en un nuevo afer Sergio León: contrato largo y ficha altísima. Si funciona, amortizas; si sale mal, una ruina y un colapso en la plantilla y las cuentas de varios años. Pero bueno, el riesgo, es cierto, siempre existe.

El caso Pepelu, un centrocampista de Dénia, de la terreta, internacional sub 21, que ha tenido dos buenos años en Portugal, en primera, y que ha pedido salir ante la absoluta falta de oportunidades, ha indignado al levantinismo. Pero a mí no me viene por sorpresa. Hace años que defiendo -aunque algunos dentro del club me lo nieguen- que en el Levante ni quieren, ni cuidan ni contemplan la cantera como el motor estratégico, ni de presente ni de futuro. Si así fuera, hace tiempo tendríamos al Olabe* de turno, que haga que el entrenador granota de turno tenga a sus órdenes gente de la Escuela (y no confundir escuela con filial, por favor).

El primer fin de semana de la liga, la Real Sociedad tenía unos 40 futbolistas de la casa jugando en categoría profesional, después del ascenso del Sanse a Liga Smartbank. Pero muchos de ellos, también jugaban con el primer equipo en el Camp Nou. Y en el Levante, nos tenemos que conformar con indignarnos por el hecho de que uno de los jugadores de mayor proyección de la escuela no haya tenido un sólo minuto en partido oficial con el primer el equipo. No que forme parte, sino que haya tenido la oportunidad. La comparación es tan insultante, que debería obligar al club a dar una explicación pública de por qué un futbolista al que cedes dos temporadas seguidas con notable rendimiento, pide salir. Ni oportunidad ni cariño.

En el Levante el consenso es difícil, la bunkerización del fútbol actual muy alejado del ciudadano, el hermetismo institucional, el estilo, la ambición, etc, son motivos de disputa y debate entre los granota y también de que cierta parte de la grada sienta cierta desafección, por desilusión. Es curioso que esa unanimidad que no ha generado un equipo que se ha codeado con los grandes, sí la permita un chaval de la escuela al que muchos no han visto nunca jugar, como faro de varias generaciones frustradas de futbolistas que han tenido que emigrar.

Si, como se desprende de algunos sectores, es por falta de calidad, se deberían pedir responsabilidades; si es por falta de atención, se deberían pedir disculpas. A pesar de todo, la última campaña del juvenil de Alesio Licci, puede considerarse un brote verde que ha generado ilusión. Pero este brote puede acabar marchito en la oscuridad del embudo del primer equipo con más de 30 fichas y una incapacidad para liberar espacio porque cada verano se buscan más las oportunidades del mercado que las oportunidades de la cantera.

Y en mis casa siempre me enseñaron que lo que hay que pagar, se tiene que devolver. Lo que inviertes (en cantera), queda para siempre y, con un poco de suerte, genera dividendos. Quico: cumple tu sueño y ponle remedio. Haz que «Pepe triunfe aquí». Y si no es Pepe, haz que ningún Pepelu más se vaya con la impotencia de no haber tenido ni una sola oportunidad.

De nada.

*Roberto Olabe es director deportivo de la Real Sociedad
Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

Mira que si juguem la final…!!!

0 0
Read Time:4 Minute, 59 Second

Recuerdo, de pequeño, ir de Massamagrell a Valencia en el trenet (en el viejo camarote verde o el azul, más moderno), pasar per l‘Horta d’ Alboraia camino del Conservatorio de Música. Sí, la música, como ese A tu lado que toma emoción en cada calentamiento granota en cada partido de la Bombonera d’Orriols. Ese A tu lado canturreado desde la grada por la gent granota, que será la ausencia más dolorosa en este día tan señalado para el levantiminismo. Ieee tu, que podem jugar una final!, es pesiguen la cara molts granotes encara.

En el trayecto, me conocía todos los campos de fútbol, de Meliana, de Foios, de Albalat. Niños en las escuelas jugando al fútbol, y yo ahí, encerrado en ese trenet, algo que en aquél momento ni me iba ni me venía: la música, con mi pésimo oído para sacar nada que no fuera mínimamente reconocible. Evidentemente, la música (la banda) me dio muchas cosas, pero me impidió, como niño y de niño, cumplir con una parte de mi sueño: ir a entrenar, jugar a fútbol aunque fuera mal. Era, más que mi sueño, mi obsesión.

Los campos de tierra del viejo cauce del Turia eran otra razón para embobarme en ese insípido trayecto. Así, dos tardes a la semana. Y así descubrí el Nou Estadi, aislado de la civilización, con tierra fértil a su alrededor. Cada viaje esperaba llegar al viejo apeadero de Palmaret, para poder ver aquel campo, el que más me impresionó desde las ventanas de ese tren que me llevaba adonde no quería ir o, más bien, adonde no me apetecía ir. Quería jugar, quería jugar a fútbol con mis amigos. Pero me tenía que conformar con ver, dos veces por semana, aquella mole inmensa en medio de la nada.

Vista àrea de l’antic Nou Estadi envoltat de camps. Foto Museu del Levant UE

¿Y quién juega ahí, me preguntaba? Hasta que averigüé que era el Levante, el otro equipo de la ciudad, que vestía en azul y grana, los mismos colores que, con la camiseta del 6 de Johan Neeskens (la única que tuve de pequeño y que me ha acompañado en mi memoria toda mi vida) me llevaron a esta increible sinrazón que es el fútbol, y del que, aunque ya no es lo mismo, sigo enganchado. Ese Nou Estadi (que, por cierto, se inauguró días después de que yo naciera, el mismo mes (septiembre) y el mismo año (1969) fue mi primera experiencia en granota.

No soy de grandes alardes emocionales en lo futbolístico. Más bien al contrario, comedido. Tengo pocas fotos con camisetas, pero me encanta aquella afición que hace de ponerse los colores de su club una religión. El Levante me atrapó desde aquel trenet, y desde la familiaridad y sencillez que se desprende nada más acercarte a él, en mi caso por trabajo. Al Levante se le aprende a querer rápido. Es, como un flechazo. Primero porque todo es fácil y familiar, y segundo porque ese vértigo de vivir siempre al borde del precipicio y de la mano de la adversidad, conmueve. Al principio es como un sentimiento solidario. Después, simplemente, te atrapa. El granotismo es casi como una consecuencia natural de acercarse al club. Quien lo hace, lo estima, vengas de donde vengas. De Caszely a Domínguez, pasando por nuestro Comandante José Luis Morales, Koné, Juanlu, Jefferson Lerma o Keylor Navas. Todos viven esto con intensidad.

Hoy, en esa semifinal vaciada del Templo como acostumbra a decir el bueno de Carlos Ayats, me pondría la camiseta del Levante y me iría al campo, a disfrutar, a saltar, a cantar, pero sobre toto a animar. Al levantinismo le hacía falta una cosa así, algo no sólo por lo que ilusionarse, sino por fardar como diría mi gran amigo Emilio Nadal. Por pasear con orgullo su sentimiento a los colores (blau i grana, pero también blanc i negre) por la ciudad, por dejar de sentir envidia sana por otros modestos que ya lo vivieron. La semifinal con el Athlètic ha unido a todas las generaciones de granotas, los críticos, los jóvenes (que han vivido la etapa de éxitos) y los más mayores, todavía magullados por el yunque de la adversidad, aquello que el más grande de los contadores de historias levantinistas, Paco Gandía, definió como parte del adngranota, el mismo que se inventó aquello de Catxeli, per a referir-se a Carlos Cazely, el chileno, mucho más ortodoxo de pronunciar desde l’apitxat. Hoy, Paco estaría orgulloso de su Levante, de un estadio convertido en la casa de los sueños, de una ciudad en la que ser granota ha dejado de ser una anécdota, aunque sea el sentimiento menos mayoritario.

Esta Granotera ha hablado en este tiempo, fundamentalmente, de fútbol. Y se cansó del fútbol y de sus debates tan estériles como necesarios: el fútbol es motivo de tertulia, de pique, de bronca, eso también es el fútbol. Pero a veces, me agota. Hoy, vuelve a escena de forma excepcional, para hablar de emoción y de sentimientos. Pase lo que pase esta noche en la Bombonera d’Orriols, engalanada con sus nuevas luces, con pantallas de caras de aficionados en las gradas, con el ánimo encogido de la mayoría en sus casas, y el silencio en el que los gritos de los futbolistas, los entrenadores, los utilleros toman protagonismo… Pase lo que pase, quiero acordarme de aquel niño de 10 años que secuestrado en aquel trenet, se acercó a aquel campo, a aquel club, a aquel equipo, el Levante, para ahora verse en estas de decir: Ieee tú, mira que si juguem la final de la Copa del Rei!!!! Pues eso, a ver si este Levante moderno, que nada tiene que ver con aquél que yo veía desde aquella ventanilla del trenet pero que no se explicaría sin aquel que yo sentí, puede asaltar La Cartuja de Sevilla y hacer que eso de Soñando Lo Imposible sea, unas semanas más, una oración de culto para todo el levantinismo.

Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

Bardhi no es suficiente

0 0
Read Time:2 Minute, 43 Second

Enis Bardhi llegó al Levante de media punta. En su primera pretemporada, destacó por su disparo, con potencia, colocación. Efectivo, muy efectivo. Llegó a codearse con Leo Messi en efectividad, y despareció. Llegó Paco López y no contó de inicio con él. Quería que mejorara su juego defensivo, que ayudara al equipo. Era el momento de luchar por la salvación. Y Enis se puso a currar. Volvió en San Mamés. Jugó de interior, y marcó dos goles de falta. Incluso lo ha explicado. Debía mejorar su juego sin balón. La siguiente se consagró y, desde la izquierda, no tuvo oposición. A pierna cambiada buscando su potente disparo, y con el recuerdo de la media punta, incorporándose desde atrás, como en aquél golazo de Girona. Y la temporada que empezó con público y acabó paralizada y a puerta vacía se consagró. Este año no había empezado muy potable. O al menos, no de forma regular. En Granada volvió. Esperemos que para quedarse.

Dominio sin efectividadad

En el Nuevo Los Cármenes, sin José Campaña, ha hecho su 10 más grande. Completísimo. Parece como, sin el andaluz, su luz es más potente. Lo parece y lo fué. Control de un balón con nieve y remate a la media vuelta. Media docena de acciones con tiro o acción de pase interior. Y la asistencia en el gol de Rubén Vezo. Desde la izquierda, con flexibilidad como le gusta a Paco López. Lo he hablado alguna vez con gente de su entorno y que le conoce bien. Le falta la pausa y la regularidad. Cuando la encuentre, volará. Y no tendrá nada que ver con José Campaña. Su caché es superior. Ese valor nace del gol, de su capacidad para llegar y marcar.

Una parte del levantinismo está de uñas con el adn que le ha dado Paco López al equipo. Es cierto que ese fútbol genera debilidad defensiva y hartazgo ofensivo, si el final de todo es el pase y el equipo no genera peligro. En Granada no ha sido así. Tanto con igualdad como con superioridad numérica, el Levante fue a por el Granada. Lo sabía cansado. Y sabe también que defenderse no es su estado natural. El juego de posesión requiere mucha calidad y mucha concentración. Y ni así, a veces, superas a un rival que tira de físico. Y el Levante, cuando no supera al contrario con el balón, se banaliza. Y lo hace demasiadas veces esta temporada. La ausencia de Borja Mayoral le ha restado brillo y oxígeno. Dani Gómez tiene buena pinta. Y Sergio León es uno de esos casos de talento desperdiciado.

Hace días que escribí que Nunca tanto dio tan poco, receta válida para el partido en Los Cármenes, sin duda. Aunque el Granada estaba cansado por su aventura europea y se quedó con diez muy pronto, el Levante arrinconó a su rival todo el partido. Machís aprovechó una contra y el desequilibrio estructural de un equipo que su entrenador quiere que sea así. Y vuelta a ir a cuesta arriba, lo que provoca que su fútbol y su clasificación no casen. Hay que hacérselo ver.

FICHA: Granada CF, 1 – Levante UD, 1 (Machís/Rubén Vezo) Gonalons fue expulsado en el minuto 16. Segundo empate consecutivo a un gol.
Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

Miedo granota

0 0
Read Time:5 Minute, 53 Second

La idiosincrasia del futbolero es así. Quemamos las naves a la que salta. Ya se dijo que el fútbol (el deporte de masas) amansa a las fieras, y no porque las atonte -argumento cultureta- sino porque la euforia y la protesta queman tensión. Por ahí, tal vez se entiende la apocalipsis constante del ánimo a causa del resultado. Pero he de decir, en favor de los más cenizos seguidores granotas, que su miedo tiene coartada: el yunque de la adversidad.

Voy a empezar por lo obvio. Colista y con un partido descorazonador en San Mamés. Ininteligible, difícil de diseccionar. Después de muchos años en la profesión sigo sin descifrar las ‘pájaras’ en el fútbol. En el ciclismo, mi deporte, están claras. En algo has fallado, fundamentalmente alimentación. En el fútbol, deporte colectivo, sólo se me ocurre el efecto contagio. El Levante de San Mamés sólo fue fiable en el tablón de alineaciones. Sobre el césped, un espejismo de otros, una broma pesada que encendió a la afición, y de ahí su enfado.

‘Haters’ y demás

El entrenador es el foco. Directivos, aficionados, prensa… Todos le piden explicaciones. Imaginad que todos los días al salir de tu trabajo o de clase te pidieran explicación de lo que has heho o dicho. Es cierto también que nadie, ni por asomo, tiene la nómina de estos obreros del fútbol. Pero, de ahí al derribo, hay un mundo.

Sigo pensando que el Levante (y muchos equipos) se mueve entre dos tendencias: los defensores del aquí sólo vale ganar, y lo demás es accesorio. Y los que quieren algo más que un resultado. La sociología de la granotera ha cambiado. Ahora conviven los históricos, irreductibles y temerosos de una vuelta a la oscuridad, los nuevos que sólo han vivido la época de solera y éxito del club y los que se han acercado a él por la propuesta futbolera y como club y los que llevan a sus hijos a Bunyol y que, simplemente, como pueden y por fidelidad disfrutan del fútbol de élite en una ciudad decantada hacia la Avenida Suecia. Y todas ellas son legítimas, y complementarias. De ahí que los que ven al Levante como un sentimiento, más allá del fútbol, estén en pie de guerra. Y los que se congratulan de un equipo estético y definido, mantengan el tipo. Todos nos congregamos ante el televisor a ver a nuestro equipo, y a que gane. Y no somos ni más ni menos granotas. Simplemente, diferentes.

El guardiolismo de Paco

Coincido con Felip Bens que la influencia guardolista de Paco López y de muchos de los entrenadores de escuela es casi una religión. Una creencia sin evidencia científica. Nadie dice que jugar bien sea sobar el balón hasta aburrirlo. Sí sobarlo para llegar al éxtasis: el gol. Y hay un punto culminante: la velocidad y la tensión (correr, sí pero con cabeza). Johan Cruyff, el principal ideólogo del estilo, siempre dijo que pase sin velocidad y búsqueda del espacio era poco más o menos que una milonga. Michael Laudrup fue objeto de sus críticas por esa falta de criterio en la elección de la excelencia. Y sí, Pep Guardiola hizo de la posesión su marca, pero sólo triunfó porque contó con la generación privilegiada de tocapelotas excelsos que fueron Xavi e Iniesta, y al mejor jugador del siglo XXI, Leo Messi. Los demás sólo han copiado sin tener la materia prima, incluido el propio Barcelona. Fuera del Barça, Guardiola ganó por el caché acumulado que le llevó a clubes ya con solera, pero se estrelló cuando quiso hacer ciencia de su ideario.

Adaptarte a tu equipo es obligado para todos los equipos del mundo menos para el dominador de la época: el Ajax de Cruyff (jugador), el Milán de Sacchi o Capello, el Barça de Cruyff o Guardiola, el Brasil de Pelé o la Argentina de Maradona. Los demás a picar piedra, a combinar el juego combinativo con el directo, a buscar en su plantilla el equilibrio, de atrás adelante, y de izquierda a derecha.No hay otra. José Manuel Esnal ‘Mané’ me dijo cuando yo empecé en esto del periodismo que lo de los dibujos tácticos era una milonga. Que el entrenador ha de leer los partidos y que ha de saber dónde hacer mal (presionar, tapar lineas de pase, etc) a tu rival para quitarle balón y dónde y qué hacer con él para que tu rival no te neutralice y poder hacerle daño. Tan simple como difícil.

Adornos y andamios

Al Levante de Paco López le sobran adornos y le faltan andamios que sujeten los adornos. El plan B que reclamo desde hace tiempo es una necesidad, desconozco si consentida por la dirección deportiva y propugnada por Paco o al revés. Me gusta el fútbol que propone Paco, y me hace sentirme bien la mayoría de veces que me pongo a ver un partido de su Levante. Y entiendo que, a la mínima, Paco busque su estilo. Pero también el entrenador ha de saber dónde está y cómo es ese club. Lo mismo el aficionado, que pide internacionalidades de jugadores colgados del larguero o autobuses Clemente para cubrir su cuota de no-miedo. En el deporte de élite ganan los atrevidos, los que se arriesgan a salir de la cueva y hacer cosas: sea segar a la figura del equipo contrario, ganarle un esprint a Cristiano Ronaldo con un cuerpo robusto o hacerle un túnel a alguien, robándole la integridad y sonrojando su cara.

Paco ha de pegar un puñetazo en la mesa, primero en su vestuario, y cortar ínfulas a jugadores que se saben elegidos. Y en parte por ahí llegó la debacle de Bilbao. Los internacionales suelen llegar desubicados y no por los viajes, sino por su subidón de ego, sobre todo los novatos. Elegir siempre lleva un riesgo, y me consta (lo sé, no me lo han contado) que Paco desmenuza cada decisión con mimo y con detalle. Pero también sé que en un cuerpo técnico moderno hay muchas voces. Y Paco ha de escuchar la suya, la del tipo del filial que, cuando llegó, leía partidos sin mirar el número. Paco López ha de ser Paco, el de Silla. Y seguro que saldrá de ésta. A su haters, sólo decirles que les entiendo, pero que no estoy de acuerdo. No sólo es un buen tipo, un levantinista convencido que siente el hierro sino un excelente entrenador. Pero sí, como todos, está sujeto a los resultados y a la feroz crítica de los que sostienen ésto: la soberana afición, consumidora de sentimientos y, en este caso, del sentimiento granota, por suerte. Yo me he alegrado de las derrotas de entrenadores que no me gustaban para ver si caían, como casi todos los que hemos mamado el fútbol desde la niñez y nos duele cada derrota. Y entiendo a los que así lo sienten. Pero no es mi caso, ni de lejos. Ni peloteo ni compadreo. Defiendo a Paco porque, en general, tengo una misma manera de ver el fútbol. Sin más.

FOTO PORTADA: @LaLiga.

Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

Nunca tan poco con tanto

0 0
Read Time:2 Minute, 23 Second

La clasificación no engaña. Cinco jornadas, cuatro partidos jugados y tres puntos. En una liga tan extraña, podía ser una anécdota, pero no lo es. El deporte profesional se mide por muchos factores, y el calendario es uno de ellos. Cierto que el Levante tiene un partido menos (contra el Atlético, un rival habitualmente incómodo, pero en casa). Pero, a pesar de los habituales haters de Paco López, todo el mundo coincide: nunca con tanto se sacó tan poco. El mejor o uno de los mejores Levante que he visto, el de este inicio de temporada, está lejos de su mejor clasificación. Y ya se sabe, remontar con derrotas es complicado. Tras la debacle final de Mestalla, el equipo estuvo dos semanas sin competir. Tras la derrota con el Madrid, otros diez días más. Está claro que este inicio, nada de lo externo te ayuda. Cada vez que marcaste en Mestalla, te empatan casi de inmediato, el Sevilla te marca en el 92, y el Madrid con un gol de Vinicius a quien, una inexplicable pasividad, le permitió tener la pausa que habitualmente no tiene. Nunca el brasileño fue tan preciso en su disparo.

Campaña, internacional

Sin ese extraordinario inicio, José Campaña no hubiera llegado al hito histórico de una convocatoria con la selección. Curiosamente, el mejor Campaña con el mejor Levante y la peor clasificación. El armazón está hecho, el estilo más elaborado, variedad táctica, gol, seguridad defensiva (excepto el día de Mestalla), una decidida intención de Paco López en guardar parte de su ideario (algunos lo llaman ataques de entrenador) en busca de una eficacia que tuvo su punto máximo en El Sadar. Que el equipo sufre sin balón, cierto. Que con balón es más que un equipo reconocible, también. Que ha mejorado su posicionamiento y presión alta, también. Que poblando el centro del campo, Paco ha optado por un equipo de mayor equilibrio, también. Sin cinco defensas y con cinco centrocampistas, lo que más tiene. Sin Mayoral, con Sergio León out, y con José Morales, Roger Martí y Dani Gómez, jugar con un punta se presenta casi como algo lógico, aunque Paco siempre ha mostrado su preferencia por los dos puntas.

Las sensaciones de Pamplona, las dificultades al Sevilla, el tu-a-tu con el Real Madrid, y los sesenta primeros minutos de Mestalla me satisfacen. Me satisface ese fútbol, muy por encima del resultado. Pero, lógicamente, necesitamos puntos ya. Ojo que el próximo partido es en San Mamés contra el Athletic, un equipo con tu mismo rendimiento pero mucho peores sensaciones. A un partido, todo es posible. Y nadie se acordará de lo bien que lo hicimos. Soy de la opinión que jugar bien es el camino más corto para ganar. Pero la ecuación no siempre sale. Y justo o no justo, hay que impedir que la ansiedad rompa el buen trabajo realizado.

Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

Campaña… y se acabó

0 0
Read Time:4 Minute, 42 Second

Las Tacañonas y su Campana… y se acabó marcaron mi infancia con el mítico Un, dos, tres… responda otra vez, el concurso que marcó una época televisiva en los ochenta, coincidiendo con el Mundial y cuando el Levante rivalizaba con el Mestalla, Alzira, Gandía o Villarreal por el dominio de Tercera División. Tiempos que, aunque muchos granotas actuales ni vivieron ni les gusta recordar, existieron… Y son la base de lo que hoy vivimos en la máxima categoría y con exhibiciones como la que el equipo tuvo en Pamplona contra Osasuna (1-3). Y digo exhibición por la calidad de su fútbol, más allá del resultado. El vendaval de juego, liderado por José Campaña despejó dudas desde el principio y maravilló. Es más, se empezó perdiendo, se erró un penalti y el equipo se levantó con fuerza y brilló con éxito en un campo (eso sí, sin público) poco dado a las épicas granotas.

Campaña, líder

Mirad, no soy de los que se dejan llevar por los tópicos. Y menos, cuando hablamos de mercado. Me han contado alguna cosa de todo el asunto José Campaña, que no es nuevo. El club lo renovó para venderlo, intentando hacer un Lerma. Y, para ello, le tuvo que tratar como el jugador franquicia, en espera de una operación ventajosa. El Sevilla era el objetivo. Y no picó, ni el verano pasado, ni éste. Y el sevillano está atrapado en el Levante, y el club felizmente atrapado con el jugador. Pero todo se lleva sin una gran tensión. Sin ofertas, no hay venta ni culpables. Y sin venta, Campaña es el líder económico del vestuario. Hasta ahí, todo normal. Ahora surge el trabajo de sus agentes que, lógicamente, tratan de aprovechar su buena temporada. Y lo ponen en el mercado (todos están en el mercado siempre). Y él se deja tanto querer como querer quedar. Y llega un posible interés del Leeds, como antes fue del Villarreal o del Sevilla, o de ninguno. El mercado es como el órdago del mus, puedes ganar o perderlo todo. Y en el tema Campaña hay un punto de entente: si no sale, hay que pagarle su elevada ficha, pero es tu jugador franquicia (junto a José Morales) y, si se queda, encantados.

José Campaña llegó el año de Muñiz en Segunda. Y ha ido creciendo, como el Levante. Pero lo que hizo en Pamplona el domingo fue, simplemente, descomunal. Jugó e hizo lo que quiso. Movilidad, lo mismo entraba por la derecha, por la izquierda o por el centro. No tuvo que mirar atrás, sino adelante, y derrochó calidad por doquier. Es el mejor Campaña que he visto en el Levante: porque a su talento se le sumó la regularidad. El partido fue lo que él quiso. Y parece (o debería) estar preparado para grandes batallas. Campaña representa ese adn del futbol patrio y que Luis Aragonés bien definió como esos locos bajitos, como forma de superar la superioridad física de selecciones como Alemania, Inglaterra, Italia o Francia, con tus recursos: jugadores de calidad que te permitan tener una rápida circulación de balón. Los centrocampistas, todocampistas bajitos (los Xavi, Iniesta, Cazorla, Cesc, Silva, etc.) , que tanto han dado y que ahora podemos disfrutar (salvando las distancias) con Campaña en este Levante.

La alineación de Paco López -hablaremos sobre Mickaël Malsa en otro momento, pero pedazo de presencia y personalidad la suya- sorprendió, y me incluyo). Y creo que ese once puede marcar tendencia: por una parte, que Paco ya ha adivinado -como hace después de cada inicio de temporada- que el Levante no puede ir a por los partidos a pecho descubierto contra cualquier rival -como le pasó a Unai Emery en el Camp Nou o a él mismo en Mestalla-; y la segunda que, desempolvando el manual de entrenador y como me enseñó mi buen amigo Juan Mercé, en el fútbol moderno, además de la presión alta, siempre hay que contar con una máxima: la defensa se organiza y el ataque se improvisa, y no al revés. Aquello de que los equipos se construyen de atrás adelante, trabajando el sistema defensivo (no sólo la defensa, y mucho menos sólo los centrales). Es ahí donde creo que nace la idea de ese centro del campo. Cerrar atrás y aprovechar tu calidad (con movilidad) arriba.

El Levante puede y debe aspirar a mejorar su prestación en resultados, eso sí, sin perder la realidad que pasa por asegurar la permanencia. Y eso es lo que le pide la gente a Paco López, no lograrlo pero sí tener ambición por conseguirlo. Pero, independientemente del resultado, de la clasificación y del objetivo del sueño europeo, yo me quedo con que el Levante de los cinco magníficos en el centro del campo –Vukcevic, Malsa, Bardhi, Campaña y Melero– Hicieron un partido para relamerse, para recordar, para disfrutar, tanto en ataque como en defensa (bueno, extensible a todo el equipo). Personalmente, el partido del domingo me permitió reencontrarme con el fútbol, el bueno, el que me hace disfrutar, muy lejos de lo que solemos ver actualmente. Esa combinación de estilos (largo, elaborado y a la segunda jugada), para dar brillo al balón cuando lo tienes y disfrutar del ejercicio de una defensa lúcida. Le agradezco a Paco que permita que veamos este fútbol que tan poco habíamos visto por Orriols. Pero también me pongo en los zapatos de los que le exigen que, a veces, sacrifique las ideas para lograr los objetivos. Porque hay muchos granotas para los que la victoria es el juego más exquisito y el orgullo de mirar arriba en la clasificación, el sueño. Y hay que entenderlo.

Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

És el millor Llevant de Paco López?

0 0
Read Time:3 Minute, 35 Second

El futbol no enganya. I este futbol post-Covid, menys. Els comentaris, gestos i expressions retronen en les transmissions. A mi em recorda als meus partits de menut (pocs perquè vaig jugar poc a futbol) en un dels equips del poble (l’Arrabal, club de barri que ja no existeix). Camps buits. Senties a l’entrenador, una circumstància que acabava per descentrar-te, per afectar-te. L’errada es paga. I més, de menuts. És el futbol que ens ha tocat viure ara, una experiència única.

Alguns diuen que açò no és futbol, que sense afició, no hi ha caliu. I és cert. Però jo li pegaria la volta. Açò és el futbol, el de debò, el real. L’altre, el que coneguem, el que vivim als estadis, és l’espectacle del futbol, el que depén no només del joc, sino també de les emocions i dels sentiments. L’esport que permet reduïr l’escletxa real entre dos equips de qualitats diferents. Però el futbol real és éste, no aquell. Tot i que estic amb la majoria, el que tirem de menys els aficionats és el futbol dels estadis. I els jugadors, segur que també.

Hi ha una tendència a satanitzar l’anomenat futbol modern, l’afectat per la tecnologia (per eixemple el VAR), una resistència habitual en la societat i que està englobada en les anomenades tanques tecnològiques. Éstes, són molt més radicals en el planeta futbol, conservador per natura.

Bon Llevant contra la Reial

I dic això, perquè en este nou futbol que el coronavirus ens està obligant a consumir, els paràmetres emocionals s’han reduït, i en el nostre cas, la solvència de l’equip de Paco López ha augmentat, ha sigut positiva, molt positiva diria jo. En concret, l’últim Llevant contra la Reial Societat ha sigut l’equip que, enguany, més s’ha semblat al futbol que a mi més m’agrada. La barreja, la diversitat tàctica, la pilota, la dividida i la pròpia, la que fas servir de bota a bota. Sempre li havia demanat un Plà B a Paco per tal de desembossar els partits tancats, o plantejar un partit inesperat als rivals, més enllà del dibuix tàctic numèric que tant ens agrada als aficionats, i que provoca cert rebuig en els tècnics, als quals desagrada eixa simplificació, necessària gràficament però insignificant en la pràctica, solen dir.

El Llevant UE post Covid19 és (més) solvent: una sola derrota (Atlètic), dos victòries (Espanyol i Betis), i quatre empats (València, Sevilla, Valladolid i Reial Societat). Un únic partit amb la porteria a zero, 10 gols a favor i 7 en contra. El Llevant post-Covid19 estaria a un punt d’Europa, . Amb (*) equips que han jugat un partit més, La última columna és la diferència de gols a favor i en contra.

Els equips, però, solen ser el que volen les aficions. A cada afició li agrada, de forma genèrica, un estil, sempre relacionat amb l’aposta que més èxits els ha donat. A Orriols, el model JIM, liderat per Juanfran i Ballesteros té molts defensors. Lògic. A la vorera del Mestalla, agrada l’estil bronco i copero, el de les carreres, la velocitat. Una ocasió, un gol, una victòria…. El recentment desaparegut Radomir Antic fou destituït pel Reial Madrid quan anava líder, igualment que fa poc passà amb Ernesto Valverde. A Can Barça, l’estil, el toc, el cruyffisme és sagrat. L’Atlètic de Madrid viu de l’herència de Luis Aragonés, el València, de Benítez, Cúper o Ranieri. El Llevant? Contem amb Luis García, JIM, i la barreja que, per a mi, suposa la proposta de Paco López. Crec que, a poc a poc, coneguem més a què vol jugar, en l’any que el de Silla ha tingut una participació més directa i única en la confecció de la plantilla, coincidint amb l’eixida de Tito.

La gestió de la pròxima plantilla marcarà el futur. Igual que afectà la marxa de Jefferson Lerma, podria ser decisiva la possible venda de José Campaña, el jugador referència de Paco. L’aportació de l’Escola i el planter en el primer equip, també serà un punt a vigilar en la gestió del club en general i del tècnic en particular. Vorem què ens ofereix l’estiu. Però la classificació d’este final de lliga, ens pot i ens deuria marcar els pròxims objectius, sempre sent conscients que el principal d’ells és allargar al màxim la permanència en l’elit.

Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

Determinación

0 0
Read Time:3 Minute, 27 Second

La determinación es una de las cualidades, en la vida en general y en el deporte de alto rendimiento en particular, que más cotizan en la actualidad. La determinación de José Campaña. Nunca se esconde, aunque su presencia es a veces desesperante y casi siempre con apariencia de cansina. La determinación, por ejemplo, de Pablo Martínez, que en Mestalla tuvo la osadía de coger el cuero para lanzar a balón parado cuando Bardhi y Campaña estaban out. La de Gonzalo Melero en ese mismo partido: sin titubear, cogió la pelota, asumió la responsabilidad de lanzar el penalti que le dio un punto. Era el último minuto. O gol, o derrota. O la de Aitor Fernández, mostrando confianza tras forzar un penalti en Valladolid que le pudo costar la derrota en Zorrilla.

La capacidad de decisión depende de la confianza, no hay duda. La autoestima también incide en la determinación. Pero, a veces, esa determinación, deja de ser osadía y se convierte en algo parecido a la soberbia. Ojo. Y en el deporte profesional, la linea entre una y otra es muy fina. Más allá de asuntos de vestuario, la determinación es bien acogida, la grandilocuencia del que reclama todos los focos para él, un problema. En el Levante, por lo que sé, no es el caso. Al menos, no a un nivel que desestabilice.

La determinación de grupo

Vamos donde la gente granota ha puesto el foco tras el insulso empate de Valladolid. A veces, es fácil confundir la apatía con el cansancio. De hecho, la apatía puede ser un síntoma del segundo, sin duda. Cuando las piernas no van, todo se hace menos brillante, a un ritmo más bajo. Por eso, la calidad suele refugiar y disimular la debilidad física. Si dependo de mi físico para brillar (hablamos de un lateral, por ejemplo), los partidos de perfil bajo por acumulación, cansancio o escasa motivación, delatan al que se escaquea. En la bici, decimos ‘guardar’, dosificar. Esfuerzo de más que hagas, la carretera te lo hace pagar . En el fútbol al máximo nivel, intuyo que también. Y la acumulación de esfuerzos es el maldecap principal de preparadores físicos y, por extensión, entrenadores. Asimilar la fatiga es la clave del rendimiento, y por ello todos los esfuerzos ilegítimos (doping) han ido a reducir o eliminar la fatiga, ante esfuerzos continuados. O, lo que es lo mismo, facilitar la rápida recuperación.

Determinación y cantera

Determinación también la hay en las apuestas atrevidas. Jorge Valdano apostó por Raúl, Josep Guardiola por Busquets y Javi Calleja por Pau Torres, entre muchos ejemplos. Signo de confianza pero también termómetro y prueba de buen funcionamiento de la Escuela. Paco López, que llegó al primer equipo del filial, ha optado más por un canterano importado (Borja Mayoral) que por cualquiera de los que tuvo o hay en el filial, algunos (dicen) con tan buena pinta como Alex Cantero, más joven, o Joan Monterde, más experto. Sólo son ejemplos. No conozco al detalle la cantera. La conclusión es: o no se apuesta o no funciona. Conozco algo a Paco, y sé que sabe ver el talento y no duda en dar una oportunidad. Dicho esto, sólo me queda pensar: la escuela existe. Pero ni está (gestión) ni se la espera (se tiene fe). Al menos, eso dicen los datos. Cierto que, como decía ayer Jagoba Arrasate, lo de dar ‘una oportunidad’ a la gente joven está bien, pero siempre que se haga con sentido de continuidad. Pero, el problema es cuando no se mira abajo o, si se hace, se mira por mirar.

Querer crear en Natzaret una nueva Ciudad Deportiva está bien. Elaborar, crear y redactar un gran proyecto de escuela y cantera es un obligación para un club como el Levante. Si nos fijamos en el continente y nos olvidamos del contenido, vendemos humo y, además, no hacemos un marketing de calidad. La realidad, hoy y visto lo visto, es que la escuela sirve para rellenar huecos y completar listas. Para mí, esa conclusión es muy triste. Si alguien es capaz de demostrarme lo contrario, estaré encantado de escucharlo y creerlo. Nada de verdades absolutas.

Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

Distinción granota

0 0
Read Time:5 Minute, 4 Second

Hay un paralelismo entre el nuevo aspecto del Estadi d’Orriols con el aspecto del juego granota desde la llegada de Paco López. La discusión bronco&técnico sigue vigente en el fútbol. Es casi una dualidad eterna, no sólo en el Levante, sino en todos los equipos. Más allá de si la empresa de reformar el estadio es o no prioritaria dada la inversión económica y el soporte financiero para llevarla a cabo, la temporada que viene todo el mundo estará a resguardo. Todos hemos vivido tarde-noches de lluvia en Orriols, protegiéndonos en los bajos del estadio hasta que pare la fiesta. O esa apertura sólo de la Tribuna para evitar que los socios del Gol Alboraia, Gol Orriols o Grada Central se mojen, en tiempos de Pedro Villarroel. Pero siempre cuando el estadio estaba lejos de llenarse, excepto en contadas ocasiones, con reparto generalizado de entradas gratuitas o jornadas de puertas abiertas, promocionando un levantinismo necesitado más de coherencia y continuidad, que de dádivas de señorito: ven que te invito a mi fiesta y me ayudas con tu ruido. Eso de mojarse, parece, llega a su fin. Por encima de plazos, de críticas de gestión puntual de Quico Catalán, todas ellas, por supuesto, legítimas, hay un hecho irrefutable: el actual presidente ha logrado cumplir con dos aspectos que hace mucho tiempo comenté con él, cuando era un simple directivo en el cortijo dirigido desde Cofiser: llenar el campo y hacer del Levante un club que anide otras disciplinas en forma de secciones para aumentar su base social. Primero llenar el campo y ahora arreglar la casa. Y me diréis, sí pero con abonos gratis. Cierto, pero hay una diferencia enorme: regala el pase al que es fiel a la causa, incrementa la asistencia semanal y favorece el hábito. Quien lleva tres años sin pagar por un pase y ha ido a todos los partidos, seguro que sigue, si su situación económica se lo permite. Y eso tiene su mérito.

Distinción en el campo…

Y distinción granota en el campo. Hablaba hace poco con un gran amigo granota y reflexionábamos sobre el estilo, el modelo y el éxito del Levante en lo futbolístico. Y os resumo algunas conclusiones. La primera, sobre el juego. Por mucho que me quieran explicar los haters de Paco López, nunca este equipo ha jugado como éste Levante, al menos en primera. Lo sé, lo sé, es una opinión. La mía. Hablábamos del proyecto europeo de JIM, del que sin duda considero una auténtico hito. Pero, la verdad, los partidos de aquél equipo eran un auténtico peñazo, salvo excepciones. ¿Que con aquél equipo no se podía jugar a otra cosa? Por supuesto. Que todos nos poníamos el mono de trabajo para ver el partido y sacábamos pecho de un equipo colgado del larguero y con un guardia de seguridad de lujo, Gustavo Munúa? Sin duda. No hablo de rendimiento (sólo). Y tampoco hablo de jogo bonito ni de la chorrada esa del tica-taca, ejemplo mediático y mal entendido del juego de posesión. Es más, la posesión, por sí misma y sin intención, también es un peñazo.

Este equipo de Paco López, con sus lagunas sobre todo en acciones a balón parado, tanto defensivas como ofensivas, hace muchas cosas bien. Muchas. Y es cierto que el año pasado sufrió más de lo que debía. Pero también que, por encima de elogios de la prensa patria (la que se escribe en Madrid con sentido radial), el Levante es un equipo ‘de autor’, lleva la firma de su técnico, con una receta definida que puede enganchar más o menos, en función de tus gustos y de lo que estés dispuesto a sufrir. Y que -y esto también es importante aunque nos cueste verlo- es reclamo para que lleguen futbolistas de calidad, que siempre optan por proyectos deportivos seguros y en el que su fútbol pueda brillar. Y ese es el Levante UD . Y si no, que se lo pregunten a José Campaña, que ha visto como en Valencia ha aumentado su cotización.

La marcha de Jefferson Lerma causó un agujero en el entramado de Paco López. Se fue el pegamento que unía la vocación con la seguridad. Ha tardado (demasiado) el de Silla en encontrar a Nikola Vukcevic como su alternativa (nunca sustituto) y a Nemenja Radoja como el plan B. Pero parece haberle dado una vuelta para encajar las piezas. Cierto es -y sabéis que llevo tiempo diciéndolo- que a Paco López le falta ese plan B, esa forma de cambiarle la cara a un partido trabado, por ejemplo, con juego al rechace u otro tipo de alternativas. Pero esa diversidad táctica es complicada para un club limitado en lo económico como el Levante, y está al alcance de muy pocos equipos.

De todo esto nos daremos cuenta cuando jugadores como José Campaña se vayan con su fútbol a otra parte, seguramente a cambio de una pila de millones que ayudarán a pagar ese nueva Bombonera a refugio. Siempre digo que en Orriols se ha silbado y criticado a jugadores ahora añorados como Vicent Iborra, José Javier Barkero o, más recientemente, Borja Mayoral. Incluido también Campaña. Algunos lo ven como muestra de inconformismo, pero yo lo veo como una imagen distorsionada de la realidad: el Levante es lo que es, un club de la clase media del fútbol español que tiene como objetivo aumentar en la wikipedia la casilla de años jugados en primera para regocijo de todos los que sentimos el club próximo.Puede juntar un año un elenco de buenos jugadores, que mezcle bien, pero sólo le dará para codearse con los que quieren jugar en Europa. Y poco más. Disfrutar de cada partido de primera división que se nos ponga por delante. Y ponerle mucha pasión y emoción. Eso sí, el club, por si alguna vez vienen mal dadas, por convicción, fidelización y economía, debe mirar a su casa y su escuela más que a las carteras llenas de nombres apátridos de los representantes. Distinción en el campo y en la grada. Por el buen camino.

Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %