Hay un paralelismo entre el nuevo aspecto del Estadi d’Orriols con el aspecto del juego granota desde la llegada de Paco López. La discusión bronco&técnico sigue vigente en el fútbol. Es casi una dualidad eterna, no sólo en el Levante, sino en todos los equipos. Más allá de si la empresa de reformar el estadio es o no prioritaria dada la inversión económica y el soporte financiero para llevarla a cabo, la temporada que viene todo el mundo estará a resguardo. Todos hemos vivido tarde-noches de lluvia en Orriols, protegiéndonos en los bajos del estadio hasta que pare la fiesta. O esa apertura sólo de la Tribuna para evitar que los socios del Gol Alboraia, Gol Orriols o Grada Central se mojen, en tiempos de Pedro Villarroel. Pero siempre cuando el estadio estaba lejos de llenarse, excepto en contadas ocasiones, con reparto generalizado de entradas gratuitas o jornadas de puertas abiertas, promocionando un levantinismo necesitado más de coherencia y continuidad, que de dádivas de señorito: ven que te invito a mi fiesta y me ayudas con tu ruido. Eso de mojarse, parece, llega a su fin. Por encima de plazos, de críticas de gestión puntual de Quico Catalán, todas ellas, por supuesto, legítimas, hay un hecho irrefutable: el actual presidente ha logrado cumplir con dos aspectos que hace mucho tiempo comenté con él, cuando era un simple directivo en el cortijo dirigido desde Cofiser: llenar el campo y hacer del Levante un club que anide otras disciplinas en forma de secciones para aumentar su base social. Primero llenar el campo y ahora arreglar la casa. Y me diréis, sí pero con abonos gratis. Cierto, pero hay una diferencia enorme: regala el pase al que es fiel a la causa, incrementa la asistencia semanal y favorece el hábito. Quien lleva tres años sin pagar por un pase y ha ido a todos los partidos, seguro que sigue, si su situación económica se lo permite. Y eso tiene su mérito.

      Distinción en el campo…

      Y distinción granota en el campo. Hablaba hace poco con un gran amigo granota y reflexionábamos sobre el estilo, el modelo y el éxito del Levante en lo futbolístico. Y os resumo algunas conclusiones. La primera, sobre el juego. Por mucho que me quieran explicar los haters de Paco López, nunca este equipo ha jugado como éste Levante, al menos en primera. Lo sé, lo sé, es una opinión. La mía. Hablábamos del proyecto europeo de JIM, del que sin duda considero una auténtico hito. Pero, la verdad, los partidos de aquél equipo eran un auténtico peñazo, salvo excepciones. ¿Que con aquél equipo no se podía jugar a otra cosa? Por supuesto. Que todos nos poníamos el mono de trabajo para ver el partido y sacábamos pecho de un equipo colgado del larguero y con un guardia de seguridad de lujo, Gustavo Munúa? Sin duda. No hablo de rendimiento (sólo). Y tampoco hablo de jogo bonito ni de la chorrada esa del tica-taca, ejemplo mediático y mal entendido del juego de posesión. Es más, la posesión, por sí misma y sin intención, también es un peñazo.

      Este equipo de Paco López, con sus lagunas sobre todo en acciones a balón parado, tanto defensivas como ofensivas, hace muchas cosas bien. Muchas. Y es cierto que el año pasado sufrió más de lo que debía. Pero también que, por encima de elogios de la prensa patria (la que se escribe en Madrid con sentido radial), el Levante es un equipo ‘de autor’, lleva la firma de su técnico, con una receta definida que puede enganchar más o menos, en función de tus gustos y de lo que estés dispuesto a sufrir. Y que -y esto también es importante aunque nos cueste verlo- es reclamo para que lleguen futbolistas de calidad, que siempre optan por proyectos deportivos seguros y en el que su fútbol pueda brillar. Y ese es el Levante UD . Y si no, que se lo pregunten a José Campaña, que ha visto como en Valencia ha aumentado su cotización.

      La marcha de Jefferson Lerma causó un agujero en el entramado de Paco López. Se fue el pegamento que unía la vocación con la seguridad. Ha tardado (demasiado) el de Silla en encontrar a Nikola Vukcevic como su alternativa (nunca sustituto) y a Nemenja Radoja como el plan B. Pero parece haberle dado una vuelta para encajar las piezas. Cierto es -y sabéis que llevo tiempo diciéndolo- que a Paco López le falta ese plan B, esa forma de cambiarle la cara a un partido trabado, por ejemplo, con juego al rechace u otro tipo de alternativas. Pero esa diversidad táctica es complicada para un club limitado en lo económico como el Levante, y está al alcance de muy pocos equipos.

      De todo esto nos daremos cuenta cuando jugadores como José Campaña se vayan con su fútbol a otra parte, seguramente a cambio de una pila de millones que ayudarán a pagar ese nueva Bombonera a refugio. Siempre digo que en Orriols se ha silbado y criticado a jugadores ahora añorados como Vicent Iborra, José Javier Barkero o, más recientemente, Borja Mayoral. Incluido también Campaña. Algunos lo ven como muestra de inconformismo, pero yo lo veo como una imagen distorsionada de la realidad: el Levante es lo que es, un club de la clase media del fútbol español que tiene como objetivo aumentar en la wikipedia la casilla de años jugados en primera para regocijo de todos los que sentimos el club próximo.Puede juntar un año un elenco de buenos jugadores, que mezcle bien, pero sólo le dará para codearse con los que quieren jugar en Europa. Y poco más. Disfrutar de cada partido de primera división que se nos ponga por delante. Y ponerle mucha pasión y emoción. Eso sí, el club, por si alguna vez vienen mal dadas, por convicción, fidelización y economía, debe mirar a su casa y su escuela más que a las carteras llenas de nombres apátridos de los representantes. Distinción en el campo y en la grada. Por el buen camino.

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