Una oportunidad perdida

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LA GRANOTERA.-Caicedo, Koné y Martins fueron ‘nueves’ de Manolo Salvador (entonces director deportivo del Levante), allá cuando el equipo luchaba por la permanencia, objetivo que no ha variado aunque la exigencia del entorno sí haya cambiado. Cuando Paco López llegó dije que, por quién es y cómo ve el fútbol, por ser granota de cuna y porque es una persona cercana y preparada, él podía ser el técnico del adn granota, el que impregnara un estilo, una manera de jugar y, también, una manera de comportarse de los jugadores desde que entran en la Escuela hasta que llegan al primer equipo. Un día, Manolo, entonces director deportivo y con mando en plaza en el club, me dijo que el Levante tenía que cambiar de estilo, buscar otro fútbol para que su futuro no dependiera de la suerte de un sólo jugador, de un nueve que marque 13 goles una temporada, que esa era una apuesta arriesgada. Y así fue, el riesgo se llevó al equipo a segunda (por otra parte y por desgracia, estado natural del ciclo de vida de un club profesional en España integrado en la clase media).

El rápido ascenso y la llegada de Paco cambió el paradigma. Paco López es un entrenador de escuela (la escuela de entrenadores valencianos), metódico, estudioso y, mientras mantuvo la frescura, su estilo fue agresivo, tomaba decisiones con acierto y celeridad. Cuando con la pandemia llegaron los cinco cambios, fue el mejor entrenador en adaptarse, por aquello de ver bien los partidos. Pero el día a día de un vestuario que ha cambiado poco en los últimos tiempos hace que la lógica del desgaste (en las relaciones entre los profesionales, las dinámicas, todo…) se intoxique. Y, como siempre, sin cambios en la plantilla y en el banquillo, el ambiente (por lógica, no sólo en un equipo de fútbol, sino en cualquier colectivo profesional) se deteriora. Sin ser la causa directa, cuando las cosas van bien, todos estos choques se aparcan. Cuando aparecen las dificultades (malos resultados) todo eso que estaba latente, flota. Nada que nos deba sorprender (a mi, al menos, no), y hay que gestionar. Y a Paco, que otras tantas veces, le salió bien, ésta le ha salido mal.

Final en verano…

El final de la temporada pasada fue un síntoma, del que nadie quiso tomar nota. O, mejor dicho, todos sabían lo que había que hacer y nadie quiso afrontar. Sobre todo, Quico Catalán, el presidente. Cuando Manolo mandaba en plaza, Quico sólo regateaba las condiciones y firmaba. El paraguas de Manolo y los buenos resultados, fueron un remanso de paz. Llegó el descenso y apareció Tito, un técnico de perfil más mediático, cercano y con la etiqueta de Director Deportivo, que tomó decisiones, unas acertadas y otras no tanto. Lo que pasa es que en los aciertos hay puñetazos por su paternidad, y los errores son huérfanos. Con el adiós de Tito (bueno, y antes, porque por ejemplo Quico ya negoció de forma directa el fichaje de Il Pazzo), el presidente puso fin al modelo del éxito: renunció a tener un director deportivo fuerte para tener el control del departamento. Pasó de ser el supervisor que asume las decisiones de sus profesionales, al creador y ejecutor de las mismas, como en su momento ya os conté aquí.

Y eso en el Levante está pasando y pasará porque así lo ha decidido el presidente. Dejémonos de señalar al departamento deportivo, que llegaron más como asesores y escudos, que como profesionales con capacidad última de decisión (no quiere decir que no la puedan tener, sino que no se la dan) . El mercado estival post Tito lo organizó el presidente, mano a mano con Paco López -no había nadie más-, y no presentó al nuevo equipo deportivo hasta bien entrado el verano. Es ese el verdadero día a día del club. Lo que se hace (o no), no depende de quien propone (o le cuentan), sino de la valoración (y no sólo económica) del único que toma cualquier decisión. Es el modelo Florentino o, si lo queréis, el modelo Villarroel, el mismo que decía que él era el mejor secretario técnico y que si él entrenara el equipo hubiera estado muchos años antes en primera.

Quico, con la marcha de Paco y el susto en el cuerpo, tiene y debe volver ahora a la idea original: confiar en un departamento deportivo potente y que trabaje a tope por conseguir los mejores futbolistas de acuerdo a una idea o estrategia global. Necesita un director de fútbol del club, necesita recuperar el adn para que todo el mundo sepa qué hay a que hacer y cómo formar.

Quico, con la marcha de Paco y el susto en el cuerpo, tiene y debe volver ahora a la idea original: confiar en un departamento deportivo potente y que trabaje a tope por conseguir los mejores futbolistas de acuerdo a una idea o estrategia global. Necesita un director de fútbol del club, necesita recuperar el adn para que todo el mundo sepa qué hay a que hacer y cómo formar. Y esto entronca con mi defensa y apuesta absoluta de una política de cantera integral que permita la supervivencia de un club, ahora lastrado por contratos largos que tuvieron origen en un momento en que la inflación llevó a cometer locuras. Las renoventas, las apuestas por contratos caros a jugadores que llegan libres (último, el caso Soldado), todo eso están en la base del adiós de Paco, al que no libero de su responsabilidad, por supuesto, futbolísticamente hablando.

La última rueda de prensa del Levante, la de la presentación de Shkodran Mustafi, fue un claro ejemplo de qué es ahora mismo el club. Durante el acto, habló sólo el presidente, y Manolo y David asistieron a su lado pero en silencio. Cuando Quico inició su rueda de prensa (y a pesar de que se iba a hablar de cuestiones deportivas y de mercado), Manolo y David bajaron del pupitre y se sentaron en el patio de sillas de la sala de prensa. El club escenificó su estructura de gestión deportiva. Y eso ha pasado. El presidente, por ejemplo, era reacio de inicio a la llegada de Roberto Soldado una operación cara y arriesgada, no por falta de calidad del jugador, sino porque el valenciano está ya en el final de su carrera y se desconoce su rendimiento. Y llegó cuando dio el visto bueno (económico y deportivo).

Presidente y entrenador eran consciente que el ciclo empezaba a agotarse. Las dificultades del mercado, los problemas que se generan en cualquier vestuario tras cuatro temporadas y con la misma columna vertebral de la plantilla, el final de temporada sin triunfos y un equipo que se dejó ir y al que Paco no pudo hacer reaccionar, todo eso motivó este estado de final de ciclo. Paco buscó salir en verano, pero a Quico le cuesta mucho tomar esas decisiones. Mantuvo (y lo hizo hasta hace dos semanas), que su continuidad está «absolutamente» asegurada. El miedo del presidente era que Paco se fuera libre y pudiera triunfar en cualquier otro sitio. El mismo miedo que motivó el giro de última hora con Pepelu, cuando apareció el interés del Getafe, y por eso se quedó. Allí tuvo que acabar la obra de Paco, de forma cariñosa, sentida y con un gran acto de despedida. Ahora, sólo tres meses después, el final del bueno de Paco es triste y, una vez más, la puesta en escena de ese adiós, una falta absoluta de elegancia y respeto hacia uno de noi como es Paco L´ópez. Un frío comunicado para un abonado del club que, con sus defectos y virtudes, nos ha dejado en la retina tanto de lo que disfrutar, que duele sólo leerlo para darse cuenta que el Levante ha estado torpe y con poca sensibilidad en su adiós

La controversia por el modelo…

Porque lo quieran o no, los que han defendido que con el equipo que hay se podían haber conseguido mejores resultados, han creado ese caldo de cultivo de oposición a la figura de Paco en el Levante. La racha negativa es incuestionable, y el equipo se ha muerto por donde creció, la falta de gol. Los clubes y los equipos tienen su idiosincrasia. El juego de posesión -mal llamado tiqui-taca- no deja indiferente. O eres admirador o lo odias. Cualquier otra forma de jugar está sujeta a más tolerancia. Y una parte de la afición del Levante no quiere oír hablar de ello, lo que en su momento hablé del miedo granota, escenificado en un no te compliques frente a la teoría de salir con el balón jugado.

Hay que saber qué tipo de jugadores tienes para hacerlo, pero las plantillas de Paco han tenido esa característica y esa habilidad. Con fallos? Evidentemente. Pero, en general, ha dado mucho más alegrías que sustos. Lo que pasa es que los errores hacen más ruido que los aciertos. Y cuando la pelota ha dejado de entrar, el argumento de debilidad ha tomado más cuerpo y más peso. Por eso, casi todos los críticos (no sólo periodistas, sino entrenadores, jugadores, etc.) que han opinado desde fuera del Levante de Paco han hablado de injusticia en la destitución del de Silla. Con más aciertos que errores, Paco ha cumplido con nota su cometido. El exceso de expectativas de una parte de la afición (que tiene todo el derecho a tenerlas, ojo) ha sido el run run que el de Silla siempre ha tenido en su oído. Yo creo que, con el tiempo, recordaremos con nostalgia y reconocimiento la gran obra de Paco en su Levante. Para mi, su destitución es una gran oportunidad perdida para construir algo duradero y no sujeto al día a día de los resultados.

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Miedo granota

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La idiosincrasia del futbolero es así. Quemamos las naves a la que salta. Ya se dijo que el fútbol (el deporte de masas) amansa a las fieras, y no porque las atonte -argumento cultureta- sino porque la euforia y la protesta queman tensión. Por ahí, tal vez se entiende la apocalipsis constante del ánimo a causa del resultado. Pero he de decir, en favor de los más cenizos seguidores granotas, que su miedo tiene coartada: el yunque de la adversidad.

Voy a empezar por lo obvio. Colista y con un partido descorazonador en San Mamés. Ininteligible, difícil de diseccionar. Después de muchos años en la profesión sigo sin descifrar las ‘pájaras’ en el fútbol. En el ciclismo, mi deporte, están claras. En algo has fallado, fundamentalmente alimentación. En el fútbol, deporte colectivo, sólo se me ocurre el efecto contagio. El Levante de San Mamés sólo fue fiable en el tablón de alineaciones. Sobre el césped, un espejismo de otros, una broma pesada que encendió a la afición, y de ahí su enfado.

‘Haters’ y demás

El entrenador es el foco. Directivos, aficionados, prensa… Todos le piden explicaciones. Imaginad que todos los días al salir de tu trabajo o de clase te pidieran explicación de lo que has heho o dicho. Es cierto también que nadie, ni por asomo, tiene la nómina de estos obreros del fútbol. Pero, de ahí al derribo, hay un mundo.

Sigo pensando que el Levante (y muchos equipos) se mueve entre dos tendencias: los defensores del aquí sólo vale ganar, y lo demás es accesorio. Y los que quieren algo más que un resultado. La sociología de la granotera ha cambiado. Ahora conviven los históricos, irreductibles y temerosos de una vuelta a la oscuridad, los nuevos que sólo han vivido la época de solera y éxito del club y los que se han acercado a él por la propuesta futbolera y como club y los que llevan a sus hijos a Bunyol y que, simplemente, como pueden y por fidelidad disfrutan del fútbol de élite en una ciudad decantada hacia la Avenida Suecia. Y todas ellas son legítimas, y complementarias. De ahí que los que ven al Levante como un sentimiento, más allá del fútbol, estén en pie de guerra. Y los que se congratulan de un equipo estético y definido, mantengan el tipo. Todos nos congregamos ante el televisor a ver a nuestro equipo, y a que gane. Y no somos ni más ni menos granotas. Simplemente, diferentes.

El guardiolismo de Paco

Coincido con Felip Bens que la influencia guardolista de Paco López y de muchos de los entrenadores de escuela es casi una religión. Una creencia sin evidencia científica. Nadie dice que jugar bien sea sobar el balón hasta aburrirlo. Sí sobarlo para llegar al éxtasis: el gol. Y hay un punto culminante: la velocidad y la tensión (correr, sí pero con cabeza). Johan Cruyff, el principal ideólogo del estilo, siempre dijo que pase sin velocidad y búsqueda del espacio era poco más o menos que una milonga. Michael Laudrup fue objeto de sus críticas por esa falta de criterio en la elección de la excelencia. Y sí, Pep Guardiola hizo de la posesión su marca, pero sólo triunfó porque contó con la generación privilegiada de tocapelotas excelsos que fueron Xavi e Iniesta, y al mejor jugador del siglo XXI, Leo Messi. Los demás sólo han copiado sin tener la materia prima, incluido el propio Barcelona. Fuera del Barça, Guardiola ganó por el caché acumulado que le llevó a clubes ya con solera, pero se estrelló cuando quiso hacer ciencia de su ideario.

Adaptarte a tu equipo es obligado para todos los equipos del mundo menos para el dominador de la época: el Ajax de Cruyff (jugador), el Milán de Sacchi o Capello, el Barça de Cruyff o Guardiola, el Brasil de Pelé o la Argentina de Maradona. Los demás a picar piedra, a combinar el juego combinativo con el directo, a buscar en su plantilla el equilibrio, de atrás adelante, y de izquierda a derecha.No hay otra. José Manuel Esnal ‘Mané’ me dijo cuando yo empecé en esto del periodismo que lo de los dibujos tácticos era una milonga. Que el entrenador ha de leer los partidos y que ha de saber dónde hacer mal (presionar, tapar lineas de pase, etc) a tu rival para quitarle balón y dónde y qué hacer con él para que tu rival no te neutralice y poder hacerle daño. Tan simple como difícil.

Adornos y andamios

Al Levante de Paco López le sobran adornos y le faltan andamios que sujeten los adornos. El plan B que reclamo desde hace tiempo es una necesidad, desconozco si consentida por la dirección deportiva y propugnada por Paco o al revés. Me gusta el fútbol que propone Paco, y me hace sentirme bien la mayoría de veces que me pongo a ver un partido de su Levante. Y entiendo que, a la mínima, Paco busque su estilo. Pero también el entrenador ha de saber dónde está y cómo es ese club. Lo mismo el aficionado, que pide internacionalidades de jugadores colgados del larguero o autobuses Clemente para cubrir su cuota de no-miedo. En el deporte de élite ganan los atrevidos, los que se arriesgan a salir de la cueva y hacer cosas: sea segar a la figura del equipo contrario, ganarle un esprint a Cristiano Ronaldo con un cuerpo robusto o hacerle un túnel a alguien, robándole la integridad y sonrojando su cara.

Paco ha de pegar un puñetazo en la mesa, primero en su vestuario, y cortar ínfulas a jugadores que se saben elegidos. Y en parte por ahí llegó la debacle de Bilbao. Los internacionales suelen llegar desubicados y no por los viajes, sino por su subidón de ego, sobre todo los novatos. Elegir siempre lleva un riesgo, y me consta (lo sé, no me lo han contado) que Paco desmenuza cada decisión con mimo y con detalle. Pero también sé que en un cuerpo técnico moderno hay muchas voces. Y Paco ha de escuchar la suya, la del tipo del filial que, cuando llegó, leía partidos sin mirar el número. Paco López ha de ser Paco, el de Silla. Y seguro que saldrá de ésta. A su haters, sólo decirles que les entiendo, pero que no estoy de acuerdo. No sólo es un buen tipo, un levantinista convencido que siente el hierro sino un excelente entrenador. Pero sí, como todos, está sujeto a los resultados y a la feroz crítica de los que sostienen ésto: la soberana afición, consumidora de sentimientos y, en este caso, del sentimiento granota, por suerte. Yo me he alegrado de las derrotas de entrenadores que no me gustaban para ver si caían, como casi todos los que hemos mamado el fútbol desde la niñez y nos duele cada derrota. Y entiendo a los que así lo sienten. Pero no es mi caso, ni de lejos. Ni peloteo ni compadreo. Defiendo a Paco porque, en general, tengo una misma manera de ver el fútbol. Sin más.

FOTO PORTADA: @LaLiga.

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Nunca tan poco con tanto

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La clasificación no engaña. Cinco jornadas, cuatro partidos jugados y tres puntos. En una liga tan extraña, podía ser una anécdota, pero no lo es. El deporte profesional se mide por muchos factores, y el calendario es uno de ellos. Cierto que el Levante tiene un partido menos (contra el Atlético, un rival habitualmente incómodo, pero en casa). Pero, a pesar de los habituales haters de Paco López, todo el mundo coincide: nunca con tanto se sacó tan poco. El mejor o uno de los mejores Levante que he visto, el de este inicio de temporada, está lejos de su mejor clasificación. Y ya se sabe, remontar con derrotas es complicado. Tras la debacle final de Mestalla, el equipo estuvo dos semanas sin competir. Tras la derrota con el Madrid, otros diez días más. Está claro que este inicio, nada de lo externo te ayuda. Cada vez que marcaste en Mestalla, te empatan casi de inmediato, el Sevilla te marca en el 92, y el Madrid con un gol de Vinicius a quien, una inexplicable pasividad, le permitió tener la pausa que habitualmente no tiene. Nunca el brasileño fue tan preciso en su disparo.

Campaña, internacional

Sin ese extraordinario inicio, José Campaña no hubiera llegado al hito histórico de una convocatoria con la selección. Curiosamente, el mejor Campaña con el mejor Levante y la peor clasificación. El armazón está hecho, el estilo más elaborado, variedad táctica, gol, seguridad defensiva (excepto el día de Mestalla), una decidida intención de Paco López en guardar parte de su ideario (algunos lo llaman ataques de entrenador) en busca de una eficacia que tuvo su punto máximo en El Sadar. Que el equipo sufre sin balón, cierto. Que con balón es más que un equipo reconocible, también. Que ha mejorado su posicionamiento y presión alta, también. Que poblando el centro del campo, Paco ha optado por un equipo de mayor equilibrio, también. Sin cinco defensas y con cinco centrocampistas, lo que más tiene. Sin Mayoral, con Sergio León out, y con José Morales, Roger Martí y Dani Gómez, jugar con un punta se presenta casi como algo lógico, aunque Paco siempre ha mostrado su preferencia por los dos puntas.

Las sensaciones de Pamplona, las dificultades al Sevilla, el tu-a-tu con el Real Madrid, y los sesenta primeros minutos de Mestalla me satisfacen. Me satisface ese fútbol, muy por encima del resultado. Pero, lógicamente, necesitamos puntos ya. Ojo que el próximo partido es en San Mamés contra el Athletic, un equipo con tu mismo rendimiento pero mucho peores sensaciones. A un partido, todo es posible. Y nadie se acordará de lo bien que lo hicimos. Soy de la opinión que jugar bien es el camino más corto para ganar. Pero la ecuación no siempre sale. Y justo o no justo, hay que impedir que la ansiedad rompa el buen trabajo realizado.

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Campaña… y se acabó

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Las Tacañonas y su Campana… y se acabó marcaron mi infancia con el mítico Un, dos, tres… responda otra vez, el concurso que marcó una época televisiva en los ochenta, coincidiendo con el Mundial y cuando el Levante rivalizaba con el Mestalla, Alzira, Gandía o Villarreal por el dominio de Tercera División. Tiempos que, aunque muchos granotas actuales ni vivieron ni les gusta recordar, existieron… Y son la base de lo que hoy vivimos en la máxima categoría y con exhibiciones como la que el equipo tuvo en Pamplona contra Osasuna (1-3). Y digo exhibición por la calidad de su fútbol, más allá del resultado. El vendaval de juego, liderado por José Campaña despejó dudas desde el principio y maravilló. Es más, se empezó perdiendo, se erró un penalti y el equipo se levantó con fuerza y brilló con éxito en un campo (eso sí, sin público) poco dado a las épicas granotas.

Campaña, líder

Mirad, no soy de los que se dejan llevar por los tópicos. Y menos, cuando hablamos de mercado. Me han contado alguna cosa de todo el asunto José Campaña, que no es nuevo. El club lo renovó para venderlo, intentando hacer un Lerma. Y, para ello, le tuvo que tratar como el jugador franquicia, en espera de una operación ventajosa. El Sevilla era el objetivo. Y no picó, ni el verano pasado, ni éste. Y el sevillano está atrapado en el Levante, y el club felizmente atrapado con el jugador. Pero todo se lleva sin una gran tensión. Sin ofertas, no hay venta ni culpables. Y sin venta, Campaña es el líder económico del vestuario. Hasta ahí, todo normal. Ahora surge el trabajo de sus agentes que, lógicamente, tratan de aprovechar su buena temporada. Y lo ponen en el mercado (todos están en el mercado siempre). Y él se deja tanto querer como querer quedar. Y llega un posible interés del Leeds, como antes fue del Villarreal o del Sevilla, o de ninguno. El mercado es como el órdago del mus, puedes ganar o perderlo todo. Y en el tema Campaña hay un punto de entente: si no sale, hay que pagarle su elevada ficha, pero es tu jugador franquicia (junto a José Morales) y, si se queda, encantados.

José Campaña llegó el año de Muñiz en Segunda. Y ha ido creciendo, como el Levante. Pero lo que hizo en Pamplona el domingo fue, simplemente, descomunal. Jugó e hizo lo que quiso. Movilidad, lo mismo entraba por la derecha, por la izquierda o por el centro. No tuvo que mirar atrás, sino adelante, y derrochó calidad por doquier. Es el mejor Campaña que he visto en el Levante: porque a su talento se le sumó la regularidad. El partido fue lo que él quiso. Y parece (o debería) estar preparado para grandes batallas. Campaña representa ese adn del futbol patrio y que Luis Aragonés bien definió como esos locos bajitos, como forma de superar la superioridad física de selecciones como Alemania, Inglaterra, Italia o Francia, con tus recursos: jugadores de calidad que te permitan tener una rápida circulación de balón. Los centrocampistas, todocampistas bajitos (los Xavi, Iniesta, Cazorla, Cesc, Silva, etc.) , que tanto han dado y que ahora podemos disfrutar (salvando las distancias) con Campaña en este Levante.

La alineación de Paco López -hablaremos sobre Mickaël Malsa en otro momento, pero pedazo de presencia y personalidad la suya- sorprendió, y me incluyo). Y creo que ese once puede marcar tendencia: por una parte, que Paco ya ha adivinado -como hace después de cada inicio de temporada- que el Levante no puede ir a por los partidos a pecho descubierto contra cualquier rival -como le pasó a Unai Emery en el Camp Nou o a él mismo en Mestalla-; y la segunda que, desempolvando el manual de entrenador y como me enseñó mi buen amigo Juan Mercé, en el fútbol moderno, además de la presión alta, siempre hay que contar con una máxima: la defensa se organiza y el ataque se improvisa, y no al revés. Aquello de que los equipos se construyen de atrás adelante, trabajando el sistema defensivo (no sólo la defensa, y mucho menos sólo los centrales). Es ahí donde creo que nace la idea de ese centro del campo. Cerrar atrás y aprovechar tu calidad (con movilidad) arriba.

El Levante puede y debe aspirar a mejorar su prestación en resultados, eso sí, sin perder la realidad que pasa por asegurar la permanencia. Y eso es lo que le pide la gente a Paco López, no lograrlo pero sí tener ambición por conseguirlo. Pero, independientemente del resultado, de la clasificación y del objetivo del sueño europeo, yo me quedo con que el Levante de los cinco magníficos en el centro del campo –Vukcevic, Malsa, Bardhi, Campaña y Melero– Hicieron un partido para relamerse, para recordar, para disfrutar, tanto en ataque como en defensa (bueno, extensible a todo el equipo). Personalmente, el partido del domingo me permitió reencontrarme con el fútbol, el bueno, el que me hace disfrutar, muy lejos de lo que solemos ver actualmente. Esa combinación de estilos (largo, elaborado y a la segunda jugada), para dar brillo al balón cuando lo tienes y disfrutar del ejercicio de una defensa lúcida. Le agradezco a Paco que permita que veamos este fútbol que tan poco habíamos visto por Orriols. Pero también me pongo en los zapatos de los que le exigen que, a veces, sacrifique las ideas para lograr los objetivos. Porque hay muchos granotas para los que la victoria es el juego más exquisito y el orgullo de mirar arriba en la clasificación, el sueño. Y hay que entenderlo.

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És el millor Llevant de Paco López?

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El futbol no enganya. I este futbol post-Covid, menys. Els comentaris, gestos i expressions retronen en les transmissions. A mi em recorda als meus partits de menut (pocs perquè vaig jugar poc a futbol) en un dels equips del poble (l’Arrabal, club de barri que ja no existeix). Camps buits. Senties a l’entrenador, una circumstància que acabava per descentrar-te, per afectar-te. L’errada es paga. I més, de menuts. És el futbol que ens ha tocat viure ara, una experiència única.

Alguns diuen que açò no és futbol, que sense afició, no hi ha caliu. I és cert. Però jo li pegaria la volta. Açò és el futbol, el de debò, el real. L’altre, el que coneguem, el que vivim als estadis, és l’espectacle del futbol, el que depén no només del joc, sino també de les emocions i dels sentiments. L’esport que permet reduïr l’escletxa real entre dos equips de qualitats diferents. Però el futbol real és éste, no aquell. Tot i que estic amb la majoria, el que tirem de menys els aficionats és el futbol dels estadis. I els jugadors, segur que també.

Hi ha una tendència a satanitzar l’anomenat futbol modern, l’afectat per la tecnologia (per eixemple el VAR), una resistència habitual en la societat i que està englobada en les anomenades tanques tecnològiques. Éstes, són molt més radicals en el planeta futbol, conservador per natura.

Bon Llevant contra la Reial

I dic això, perquè en este nou futbol que el coronavirus ens està obligant a consumir, els paràmetres emocionals s’han reduït, i en el nostre cas, la solvència de l’equip de Paco López ha augmentat, ha sigut positiva, molt positiva diria jo. En concret, l’últim Llevant contra la Reial Societat ha sigut l’equip que, enguany, més s’ha semblat al futbol que a mi més m’agrada. La barreja, la diversitat tàctica, la pilota, la dividida i la pròpia, la que fas servir de bota a bota. Sempre li havia demanat un Plà B a Paco per tal de desembossar els partits tancats, o plantejar un partit inesperat als rivals, més enllà del dibuix tàctic numèric que tant ens agrada als aficionats, i que provoca cert rebuig en els tècnics, als quals desagrada eixa simplificació, necessària gràficament però insignificant en la pràctica, solen dir.

El Llevant UE post Covid19 és (més) solvent: una sola derrota (Atlètic), dos victòries (Espanyol i Betis), i quatre empats (València, Sevilla, Valladolid i Reial Societat). Un únic partit amb la porteria a zero, 10 gols a favor i 7 en contra. El Llevant post-Covid19 estaria a un punt d’Europa, . Amb (*) equips que han jugat un partit més, La última columna és la diferència de gols a favor i en contra.

Els equips, però, solen ser el que volen les aficions. A cada afició li agrada, de forma genèrica, un estil, sempre relacionat amb l’aposta que més èxits els ha donat. A Orriols, el model JIM, liderat per Juanfran i Ballesteros té molts defensors. Lògic. A la vorera del Mestalla, agrada l’estil bronco i copero, el de les carreres, la velocitat. Una ocasió, un gol, una victòria…. El recentment desaparegut Radomir Antic fou destituït pel Reial Madrid quan anava líder, igualment que fa poc passà amb Ernesto Valverde. A Can Barça, l’estil, el toc, el cruyffisme és sagrat. L’Atlètic de Madrid viu de l’herència de Luis Aragonés, el València, de Benítez, Cúper o Ranieri. El Llevant? Contem amb Luis García, JIM, i la barreja que, per a mi, suposa la proposta de Paco López. Crec que, a poc a poc, coneguem més a què vol jugar, en l’any que el de Silla ha tingut una participació més directa i única en la confecció de la plantilla, coincidint amb l’eixida de Tito.

La gestió de la pròxima plantilla marcarà el futur. Igual que afectà la marxa de Jefferson Lerma, podria ser decisiva la possible venda de José Campaña, el jugador referència de Paco. L’aportació de l’Escola i el planter en el primer equip, també serà un punt a vigilar en la gestió del club en general i del tècnic en particular. Vorem què ens ofereix l’estiu. Però la classificació d’este final de lliga, ens pot i ens deuria marcar els pròxims objectius, sempre sent conscients que el principal d’ells és allargar al màxim la permanència en l’elit.

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Melero acerca el objetivo

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Gonzalo Melero, de penalti y en el último minuto salva un punto en Mestalla. Los goles, agónicos, al final, en un partido sin ritmo. Empate justo, por la campana. Poco fútbol. El Levante sigue plano. Un paso más para lograr el objetivo.

A Paco López no le ha afectado el confinamiento. Planteamiento marca de la casa del de Silla. Se le puede decir muchas cosas, pero por coherencia no será. Juntar a Rochina y Campaña está en su ideario. El del Puerto de Sagunto, dos impactos, sin ocasión clara. Pero viendo portería. A pierna cambiada. Es su mejor versión. Pero el ritmo del andaluz y el valenciano son diesel, y desprenden un ritmo cansino. El mismo que el Barça, pero sin Messi. Y claro. Todo muy reconocible, pero los partidos, además de dignos, han de dejarnos sensación de veneno. Y el Levante no lo tiene. Eso es seguro. Por eso su escaso bagaje en casa. Eso sí, el equipo responde cuando le pegan. Cualquiera que recibe un gol en el 88 se hunde. El Levante se fue a por el empate, y con uno menos. Y eso tiene su mérito, sin duda.

En tres cuartos de campo, el Levante es un buen equipo. Padece en las dos áreas. Le cuesta sacarse el peligro, y crearlo. Porque su ritmo es ese. En otro tiempo, Morales, por velocidad, rompía la monotonía. Y, aunque lo intenta, su confianza no es la misma. Roger es la otra arma. Tiene veneno pero es rematador, no se busca la vida. Si no tiene ocasión de hacer diana, se pierde. Aún así, es chico listo. Su aportación en Mestalla, como siempre, interesante.

La primera parte no ofreció nada. Carlos Soler encontró en Aitor el muro para no marcar, en la ocasión más clara del partido. El Levante tuvo una contra (cuatro contra dos) que mostró la falta de confianza de Morales. Apostó por Clerc, el de menor argumentos ofensivos. Y la ocasión se esfumó. Y poco más. A los puntos, el Valencia fue mejor. Pero no se notó. Los de Celades no están para tirar cohetes, con defectos similares a los del Levante. Cuando fue más agresivo, el Valencia creó problemas. Pero es cierto que, si al Levante lo dejas jugar, en cualquiera te la puede liar. En casa, con su gente, suele tener fogonazos que le han dado victorias.

Bardhi, la ocasión

Lo de los cinco cambios va a ser interesante. Da opciones a los técnicos, y ennoblece el trabajo de entrenador. Puedes jugar con lo táctico, lo físico o lo técnico en función del partido. La entrada de Melero metió una marcha más en el centro del campo. Mayoral está reñido con el gol, pero su participación mejora al resto, eso es indudable. El Levante empezó a jugar con la necesidad del Valencia, más lanzado, con todo: Ferran, Guedes, Rodrigo y Gameiro. Sin noticias ofensivas. En un despiste local, Bardhi se encontró sólo en el área, buscó asistir y se olvidó de ver portería. Todo se quedó en nada. Ofensivamente, el Levante no estuvo. Se le esperó, pero no llegó.

Roger, roja

Nada más hacer el segundo turno de doble cambio (Toño y Radoja por Vukcevic y Bardhi ), llegó la expulsión de Roger por entrada a Guillamón. Las dos tarjetas no hacen una roja. Pero la segunda es tan justa como innecesaria, dejando al equipo mermado. El cambio por problemas físicos de Campaña, un inconveniente más. De los centrocampistas titulares, ni uno, todos cambiados. Prueba de que para Paco el mediocampo es su linea estratégica.

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El conformismo se suele pagar. El Levante fue poco atrevido y ambicioso, y la pudo pagar en el momento definitivo. Guillamón sacó uno de sus mejores talentos para ceder a Gayà y su centro marca de la casa, lo remató Rodrigo ganándole por una bota a Vezo, en su único despiste. El portugués obligó a errar a Diakhaby en la jugada definitiva. Tras consulta con la sala VOR, se señaló penalty, que Melero transformó.

Destacar:

Vezo-Postigo

No es una errata. Si en otras ocasiones, los centrales ofrecieron inseguridad, en Mestalla fueron un muro. Hasta el gol de Rodrigo, que se adelantó a Vezo en un centro de Gayà. El resto, casi insuperable.

Roger

Reconozco que es una debilidad. No tuvo ocasiones, pero sus movimientos son de ‘9’. La expulsión un punto negro. Y además no podrá jugar contra el Sevilla. Mayoral es y debe ser titular. Su aportación al grupo es brutal. Lástima que no tenga pólvora.

Campaña

Parece que no está, pero siempre aparece. Es el termómetro, para lo bueno y para lo malo. De sus botas, siempre puede salir algo. Sigue sin tener ascendencia sobre las jugadas a balón parado. Las saca casi todas, y pocas tienen chicha.

Alineación

Aitor; Miramón, Sergio Postigo, Rubén Vezo, Carlos Clerc; Vukcevic, Campaña, Rochina, Bardhi; Morales y Roger.

Los cambios

Mayoral por Morales

Gonzalo Melero, por Rochina

Radoja, por Vukcevic

Toño, por Bardhi

Pablo Martínez, por Campaña

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