Son las tres de la madrugada, no ha sonado el despertador. Calor, pero menos. A las 3.50, arriba. Vueltas y repaso de todo. Vuelo, viaje, documentación… Siempre se olvida algo (pantalón corto, que se sepa) Es raro pensar en salir sin tu cabra. Sensación extraña. Es como una infidelidad. «Lo has preparado conmigo, y no me llevas», parece decir. Nervioso como un niño….

Cuatro y cuarto, puntual como un reloj llegan los Jerez, padre e hijo, avanzadilla de un ECM que se parte para dejar su sello en los Alpes, como antes lo había dejado en Pirineos. El sueño de la cara y de la felicidad. Camino del aeropuerto, Valencia duerme. Algún que otro repartidor y poco más… Cuando el día empiece a desperezarse, nos veremos en Bérgamo, a dos horas del paraíso, a dos horas del Stelvio, el Gavia y el Mortitolo, colosos en donde los más grandes ciclistas de la historia han escrito sus historias más heroicas. Indurain, Pantani, Chiapucci… Con Fausto Coppi a la cabeza, el italiano que da nombre a la cima más alta del Giro.

Vuelo limpio y rápido, nos saluda Milán nublado, como queriendo llorar. El paisaje ha cambiado. El norte de Italia es como un trocito de Asturias o de Euskadi. Fina lluvia, para viajar de Lecco a Tirano, camino de Bormio. El Lago, inmenso, nos hace de anfitrión. Los trenes, últimos obstáculos. Lo que has esperado tiempo, toma forma. En Bellano, la parada más larga. En Tirano nos espera un bus hasta Bormio. Llueve más y mejor. Los Dolomitas se van erigiendo majestuosos. Todo es excitante. Quienes conocéis el elixir del pedaleo sabéis a lo que me refiero. El vicio toma forma de cabra, tu cabra, la que te acompaña con lealtad…

SUENA EL TREN

Suena el tren, las vías se dejan llevar hacia el infinito. El humano ha humanizado las zonas de montaña con largos túneles pegados al Lago. Es tan inmensa su forma de uve que casi no se acaba nunca. La vida en blanco y negro. El blanco calizo de las vistas al lago, el negro de la oscuridad de las guaridas por donde el tren se deja llevar. Estamos impacientes por llegar, coger las bicis y rodar. Pero tocará esperae. Primero, esperar a que la lluvia adelgace. Después, disfrutar de lo que nos ofrece la versión alpina italiana, llamada Dolomita. Su tamaño, en el cara a cara, ya impresiona. Qué ganas!!! «Tú escrius, jo pense en la cervessa que s’anem a fer»… Hay tiempo, Roque, hay tiempo. Risas.

Llegada a Bormio. Empieza la aventura. Hay mono de bici. Pero no hay tregua… Hasta que salga el sol, descanso activo. Y muchas ganas. Primera etapa. El mítico Gavia, pero eso será el próximo episodio

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