No fuimos todos, pero los que estuvimos lo pasamos como niños… Y, además, con nueva equipación. Sin foto de grupo hasta que la cosa se normalice, la de la foto es la espalda de Ximo. Primera salida fuera del municipio (no para todos, pero sí para mí). Un clásico. Subida al Pico y vuelta a casa….

95,06 km… Massamagrell-Pico del Águila-Massamagrell

    5.30 de la mañana, suena el despertador. Todavía es de noche. Parece una salida de invierno. La ropa, preparada. No hay tiempo. Café, algo de dulce, un plátano y, rápidamente, a la calle. Primera salida fuera del municipio en la desescalada. Hemos quedado a las 6. No hay nada abierto, y la luz del sol empieza a apretar para salir. Y vamos de estrena: el nuevo equipaje de verano (foto). Nada más salir, me encuentro a Pepe y a Ximo. Saludo protocolario. Y una coincidencia: la hora, el hecho de que hacía tanto tiempo que no salíamos en grupo… La verdad, de dormir poco.

    Al poco llega Bienve. Lleva su botifarra, vamos, la nueva equipación pero en formato mono, muy pegado al cuerpo, cual triatleta. Y, la verdad, no engaña. La borifarra te saca cualquier exceso. Y, en confinamiento, quedarse como antes, es casi un imposible… Subimos hacia La Bona Paella. Allí se incorpora Sergiete, también de amarillo (nuevo color del ECM) y negro, con el logo en blanco con letras negras. La verdad, un diseño moderno, muy atractivo. Por ropa, no sería. Ahora falta lo más importante, las piernas…

    El Rochi se incorpora en el camí de Llíria, no sin antes esperarlo. Pero bueno, como que no hay mejor defensa que un buen ataque, se une con su clásico cabrones, no me habéis esperado. Vamos, sin palabras, seguimos. El ritmo desde Bétera a Olocau es tranquilo, pero exigente. A medida que subimos, vemos como el sol aparece. La mañana es fresca, y arriba, en Gátova, se espera con más fresco. «Cuando he salido marcaba 12º en Gátova», me dice Pepe. La subida la marcan Bienve y Sergiete. Todo un clásico. Buen ritmo para ir acumulando kilómetros. Los kilómetros de sus piernas marcan un ritmo sin tirones. A mi, ya con más de una década montando en bici, a veces me cuesta. Ellos lo llevan de serie. Hasta la rotonda de Marines Nuevo, sin pausa.

    La primera exigencia, la subida a Olocau. Buenas piernas, me encuentro bien. Las piernas, desde el inicio, responden. Rochi y Sergiete, siempre que se empina la carretera, están ahí, adelante. Suben con facilidad. Bajamos hacia Gátova, giramos al puente y empezamos la subida. La carretera te deja muchas veces elegir la mejor opción. Bienve no sigue el ritmo de Sergio y el Rochi. «Turno para los colombianos», me dice. Frase con la que se deja de lado la subida de los escaladores. Los demás, cada uno a la suya. Yo cojo mi marcha. Me veo bien. Pepe, Ximo y Bienve, se lo toman con tranquilidad. Pero aún así, sé que si aprietan un poco, me cogen. Hago la subida en solitario, llegando al pico me cruzo con Rochi primero y Sergiete después ya de bajada. Un clásico para no enfriarse. Bajar para hacer una nueva subida. Llegamos los 4 casi a la par. Bueno, a mi me da tiempo a hacer un par de fotos en el límite de la provincia. No hay que pasarse, aunque la cima es ya de la provincia de Castellón. El Strava me delata.

    Bajada tranquila, no sin antes repostar en la Font de Gátova. Llevo las pastillas de los frenos muy justas. Lluch no ha recibido el material y no las he podido cambiar. En llano, aguantan. En montaña, sufren. La bajada es un reguero de ciclistas subiendo. La hora de madrugón nos ha dado ventaja en la subida. Sólo un ciclista me crucé en la subida, además de los nuestros. Llegamos a Olocau y allí nos encontramos a Pastera, que había salido una hora después a nuestro encuentro. Más madera para llanear para la vuelta, imposible. Pero la parada por el confinamiento, nos ha dejado con poco fondo, y ahora hay que remar para acumular kilómetros. Nos han privado de la mejor época para la bici: la primavera, ni frío ni calor. Es la temporada alta para nosotros. Ya, al año que viene, pero el verano será largo. Sabemos que la Induráin está ahí y que Pastera irá. Los demás, seguiremos acompañando, como ya pasó el año pasado con Pepe y La Purito.

    Bajada exigente, como siempre. Todavía mucha gente subiendo. Relevos largos de Sergiete, de Bienve, del Rochi, de Pepe, de Ximo… A Pastera le toca el penúltimo y a mi el último justo antes del cruce, camino de Náquera. Sergiete optó por volver por canteras. Sigo en la subida que nos llevará al Rossinyol. A mitad de camino, cedo el mando a Bienve, que sigue. Buen ritmo. Como siempre, la última subida antes de Náquera se me atraganta a partir de la rotonda, se me hace larga. Pepe se queda un poco antes. Han sido sólo unos metros. En la bajada a Massamagrell, reagrupamiento, y esta vez, nos vamos por Rafel. En Náquera, el Rochi se queda. Es pronto, hacemos tiempo y decidimos almorzar (no estaba previsto), ya con Roque en la mesa, al que también se le ha echado de menos. Por cierto, que nos vino con su joya vintage, una Peugeot de la época de Hinault y compañía (intuyo). El final, en Casa Canina. 95 kilómetros…. ¡Ah! Y Pepe, que acabó la etapa cantando. Buena señal. Su rodilla aguanta. Con un ritmo para respirar, Pepe canta. Y eso es bueno para el ECM. Para el sábado, toboganes por el Camp del Turia. Son más de las 11. Nos vamos a casa. El sábado más.

    La próxima ya con Roque, Felipe y el Tranvi… A Carlos tardaremos un poco más en tenerlo. Pero esperemos que se recupere pronto y pueda estar dando cera, que tiene un rato de cuerda.

    Aquí, lo que va a molar, son los comentarios…

    2 comentarios sobre “Y por fin… de ruta”

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